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TREINTA AÑOS DE CONVIVENCIAS FAMILIARES

 

Treinta años son muchos años

 

Queridos, 30 años son muchos años y 30 años sin interrupción todavía tienen más mérito. Como aquel que no quiere, todo empezó un verano, hacia 1978: unos cuántos matrimonios, unos cuántos niños y niñas, aquellos hijos e hijas tan pequeños... en el lugar impagable de Piedrafita, bajo la  Peña Telera, donde los grandes hayedos del Bosque del Betato dejan paso a los prados de alta montaña. Terreno precioso pero duro, especialmente para la gente de la ciudad. Las tiendas de campaña, el gran “comedor” cubierto por una lona, la “cocina”, el “fresquero”, la instalación para bombear el agua desde el torrente de abajo, el pequeño rincón para la plegaria del anochecer, los cambios de tiempo: aquel irse quitando o poniendo piezas de ropa al paso de las horas o de las nubes... Al fin y al cabo un escenario inigualable para compartir en amistad y familia unos días de vacaciones que, además del estricto disfrutar del tiempo y el aire libre, también eran escuela de esfuerzo y de servicio para llevar hacia adelante la voluntad de convivir y compartir en un espacio y unas situaciones que no siempre eran tan bucólicos.

 

De aquellos campamentos de Piedrafita a esta colonia de Aratorés, 30 veranos y, sobre todo, decenas de niñas y niños, de jóvenes, algunos hijos nuestros, muchos otros no, que han vivido el aprendizaje de los valores de la amistad, de la convivencia, del esfuerzo, del espíritu de servicio; que se han mordido los labios y tragado lágrimas para ahuyentar al cansancio y seguir subiendo hacia arriba, arriba... que han practicado el difícil esfuerzo de marchar más despacio para adaptar el paso al de aquellos menos fuertes o menos expertos, o aceptado aquellos servicios necesarios para el buen funcionamiento del colectivo, pero que cuesta hacer y no siempre son fáciles de aceptar.

 

30 veranos en muchos lugares del Pirineo, de Huesca principalmente, pero también de Lleida e incluso del Berguedà o del Gironès, han sido una buena escuela para quien ha pasado por las colonias: niñas, niños, monitores y toda la gente que se ha añadido para hacer funcionar un grupo tan complejo como lo es una colonia dónde hay desde niños pequeños hasta adolescentes. Esta realidad tan diversa ha sido una buena experiencia del convivir y del servir a los demás ofreciendo lo mejor de cada cual. No siempre ha sido fácil, ha habido ocasiones críticas en las cuales la convivencia ha sido más difícil , pero nos ha salido bastante bien, algunos errores sirven para aprender... Si estos 30 veranos han sido posibles es por el esfuerzo y la fidelidad de muchos hermanos y hermanas de la Comunitat, algunos generosamente des del primer momento, otros llegados más tarde y comprometidos también año tras año sin fallar; también se han añadido otros amigos que han aportado su trabajo y su experiencia y que nos han enriquecido y nos han ayudado a mantenernos más abiertos y acogedores. A todos ellos nuestro agradecimiento. Ha valido la pena. Seguirá valiendo la pena! Este encuentro de aniversario es un buen testimonio. De aquellos padres de Piedrafita algunos sois ya abuelos, de aquellos niños y niñas, algunos ya tenéis pareja. Es el don de Dios de la Vida que nos da y renueva en abundancia. ¡Démosle gracias siempre! Nos ha guardado en la montaña, nos ha acompañado en las tiendas o en la casa. Como respuesta más agradecida no dejemos de ser generosos para que otros, quizás menos afortunados que nosotros, también puedan disfrutar de lo que hemos disfrutado en estos 30 años. ¡Felicidades a todos! Que Dios os bendiga, a vosotros y a vuestras familias.

El Grupo de Servicio de la Comunitat de Jesús

 

¡Por muchos años!

Toda celebración de un aniversario comporta una mirada hacia atrás, de recuerdo y una hacia delante, de futuro. En este caso la mirada atrás no es nostálgica, sino llena de recuerdos entrañables que resumiría en tres palabras: personas, convivencia y gratuidad. Porque compartir 15 días en plena naturaleza, un marco que de por sí ya te predispone a un estado de gratitud por tanta belleza que tenemos a nuestro alcance y que no siempre somos capaces de disfrutar, ya es una riqueza. En este marco, día a día y como un espacio más dentro de comunidad, nos íbamos descubriendo y acercando cada una de las personas, pequeños y mayores. No todo era fácil, con la perspectiva de los años, me doy cuenta de que era bastante difícil. De un lado dificultades logísticas, vencidas con esfuerzo y con la fuerza y alegría de la juventud. Por encima de todo, parejas jóvenes con hijos pequeños, familias, cada uno de nosotros con diferentes “estilos educativos”, compartidos con alegría, respeto y tolerancia.

Todas las cosas se aprenden con aprendizajes y la convivencia durante las colonias fue, un gran aprendizaje de vida y sobre todo de vida de comunidad. Creo que hace falta hacer una mención especial a la gratuidad, más aún hoy, en que todo tiene un precio, en que pocas cosas se hacen “a cambio de nada”. Descubrir que este “a cambio de nada” se denomina gratuidad tiene un valor incalculable. Si no hubiéramos sido capaces de vivir este valor, hoy no celebraríamos 30 años de colonias, es más, difícilmente seguiríamos viviendo en comunidad. Todos los valores son frágiles y de una manera especial, hay que velar para no perderlos.

Ahora tras tantos años, miro a nuestros hijos y todos tienen ya su propia familia y pienso que traen un “sello” fruto de todas las vivencias entre ellos y en especial los años de colonias. Y aquí llego a la mirada de futuro de estos 30 años, tras los que sigo pensando que lo más importante de la Comunitat continúan siendo las personas y la capacidad de compartir con gratuidad. Y es en este sentido que cada día se abre ante nosotros un abanico de posibilidades para seguir haciendo camino. Demos gracias a Dios y ¡por muchos años!

M. Teresa Masqué