Estancia en Haití de Miguel

Miguel, enfermero en Nicaragua, se desplazó a Haití durante un tiempo para rendir un servicio a este país desamparado y tocado últimamente por el cólera después del terremoto.

Sábado 10 de abril de 2010

El criollo es la verdadera lengua de Haití; hay que comprenderla y hablarla para comunicarse realmente. Tuve la suerte de que alguien me prestó un curso Criollo – Español hecho en Sto. Domingo, el país vecino. Los primeros días fueron algo desesperantes, pero ahora va mejor. Pienso que comprendo el 90% de los textos escritos, pero apenas el 50% de la conversación. Menos mal que había dos enfermeras cerca de mí para ayudarme a comprender las explicaciones de los pacientes de la consulta. La mayoría no tenían grandes dolencias; yo había podido traer 20 kg de medicamentos de los más esenciales, con eso me bastó.

Prácticamente no trabajé en la Sanidad, el hospital estaba bien cubierto por las brigadas internacionales. Fue un tiempo apasionante de contactos humanos sencillos con los enfermos, aunque también con las familias alojadas bajo las tiendas (alrededor de 1 millón en Puerto Príncipe. La tragedia salta a la vista: casas ‘aplastadas’ como se dice aquí, es decir derrumbadas, con la mayoría de sus habitantes aún bajo los escombros.

El seísmo dejó una marca de sufrimiento y de muerte que uno descubre con respeto e impotencia. Niños hospitalizados, a veces amputados, a menudo huérfanos, que se agarran a uno dejándonos la mala conciencia de no poder hacer NADA para aliviar realmente su pobreza. Creo que lo que realmente salva a la gente, y les impide caer en la depresión, la desesperación o la droga, es una especie de alegría profunda, la Fe en Dios  y el deseo de vivir formando parte de un pueblo cuyos antepasados fueron arrancados de su patria y traídos  encadenados aquí para cultivar la caña de azúcar. La Fe: un predicador imbécil ‘made in USA’ osó afirmar que el seísmo era un castigo divino… La reacción fue casi unánime: he escuchado repetir decenas de veces que se trataba de un desastre NATURAL, caído sobre un país mal construido.

Los niños tienen una increíble capacidad de reír y de sonreír. Una tarde hacia las 7 h, regresábamos al hospital con un amigo argentino, a una hora en la que normalmente no se ve a NINGÚN blanco en la calle… De pronto, nos vimos rodeados de una pequeña banda de 6 ó 7 chiquillos de entre 10 ó 12 años, saltando, bailando, y gritando: ‘Nou pa pe, nou pa pe’ = No tenemos miedo de vosotros, no tenemos miedo… Mi amigo argentino les hizo unas muecas y rugía como un león mientras ellos reían y cantaban. Los adultos de los alrededores también reían de buen grado.

Heme aquí en la gran ciudad, al servicio de un grupo de tiendas de campaña, durante una semana. Hemos podido encontrar bastantes medicamentos gracias a la Asociación de Religiosos de Sto. Domingo, vecinos muy cercanos y disponibles. Hemos encontrado muchas personas con sarna y anemia. Aquí los alimentos no faltan, pero hay campamentos en pleno centro donde no se ha repartido NADA… ¿Una táctica para animar a la gente a ir a las Provincias y despejar la capital…? La mayoría no parece tener ninguna confianza  en el gobierno; la ausencia del Estado (Sanidad, Instrucción Pública, etc.) es flagrante…

Miguel