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Desde la residencia de ancianos de San Juan de Dios
de Sadeq: Marsella (Francia)
Después de haber vivido muchos años en Marruecos, a 80 km. al sur de Marrakech, en el Alto Atlas, nos encontramos en esta residencia para jubilados de Marsella cercana de los hermanos de La Busserine (barrio del norte de la ciudad). Vivimos en un gran edificio, organizado en 4 grupos independientes. Somos 250 y es muy tranquilo.
Está la zona de los muy dependientes, otra para los antiguos enfermos mentales y otra para los que se creen normales pero están un poco viejos, y en ella estamos ahora dos hermanos: Daoud y yo.
Daoud vive enfrente de mí prácticamente, con una vista a un edificio nuevo y yo con una vista sobre los árboles del jardín. Disfruto cada mañana y tarde de la salida y el regreso de los pajarillos. Es agradable porque hacen un ruido parecido al salto de una cascada. Este es un corredor muy tranquilo y nuestros vecinos son muy amables. Para las comidas nos han puesto a Daoud y a mí con los ‘hermanos’ mayores. El decano tiene 97 años y el que le sigue 3 meses menos. Nosotros estamos en la media, entre 83 y 86. En total estamos 13. Las conversaciones a menudo son sobre los mismos temas: la Gran Guerra; Daoud está muy sordo y esa es su suerte. Yo que he heredado sus prótesis auditivas, trato de tomar todo eso con ‘humor’. Se recibe con gusto llegar al final de las comidas.
¿Qué hacemos? Nada o casi nada. Daoud es un modelo de regularidad y yo un modelo de fantasía. Los dos nos vemos todos los días y algunas veces rezamos juntos; depende de la ‘forma’. Tenemos muchas visitas de hermanos y amigos. Estamos bien situados para los hermanos de paso. También tenemos un gran parque y animales detrás de un enrejado: 3 caballos, gamos, cabras, gallinas de Guinea, gallos y gallinas, pavos reales, palomas; estas me aprecian a causa de los pedazos de pan que les echo. Para mí es una distracción. También está el personal, suelen ser jóvenes africano-marselleses. La mayoría son muy jóvenes y hacen cursos. Sobre todo hay personal femenino. Para nosotros es un poco de primavera en la casa. Su trabajo es bastante ingrato, ya que no todos los residentes tienen un carácter fácil, sobre todo los fumadores, a quienes siempre les faltan cigarrillos. El alcohol no está admitido, es una suerte para nosotros.
Mucha amistad a cada uno de vosotros.
“…es verdad que cuando uno está jubilado, tiene tal vez menos
cosas que contar. Sin embargo, la vida cotidiana está hecha
de una multitud de pequeños acontecimientos que dan
una coloración y un sentido a la vida y que nos ayudan
a vivir mejor Nazaret si sabemos estar atentos.
No es suficiente con tener cosas
que hacer, hay que abrir especialmente los ojos, las orejas
y el corazón”
(Un hermano de África del Norte)