Panorámica de mi vida en Setúbal

de Henrique: Setúbal (Portugal)

 

Setúbal está situada sobre la costa Atlántica, al sur de Lisboa. Fue en 1967 cuando dos hermanos estudiantes: Henrique y Domingo llegaron a Setúbal. Gracias al cura de la parroquia, fueron conducidos a un suburbio, situado sobre una colina que domina la ciudad. Nacieron unos lazos de amistad y cuando en 1974, después de la caída de la dictadura, las gentes de este barrio se organizaron para construir auténticas viviendas, la fraternidad se integró en este proyecto, en donde viven alrededor de 300 familias. Es allí donde encontraréis a Luis, empleado en el Instituto Superior Politécnico y a Henrique…

Antes de mi entrada en la Fraternidad, pronto hará 50 años, yo trabajaba como fontanero en Nantes (Francia) en una empresa mediana, pero tras una hernia discal, tuve que abandonar ese trabajo y aprendí entonces la relojería. Estas dos profesiones no tienen nada en común. En el transcurso de mi ‘reconversión’, encontré  la valiosísima ayuda de algunas personas, en particular la del director de la escuela de relojería de Madrid, con quien sigo estando en contacto. Gracias a él pude entrar en el oficio y adquirir poco a poco las competencias necesarias. Hoy día, esta es una profesión en vías de desaparición, así que no os sorpren-dáis si, aunque estoy jubilado, sigo con una cierta actividad. Para esto, tengo un pequeño taller cerca del centro de la ciudad y cada día visito las tiendas (una decena) que me dan trabajos de reparación, en particular cambiar las pilas de relojes, a veces complicados. Mi horario de trabajo es bastante flexible y limitado, según las disposiciones del momento. Cuando me siento cansado, lo dejo. Me gusta mucho este oficio, aunque a veces es muy exigente y variado, desde péndulos hasta pequeños relojes de cuarzo…

Hace 37 años que vivo en Portugal y que trabajo como relojero. Muy pronto sentí el peligro de una vida confortable, alejada de la miseria de la gente. Me surgió la idea de visitar ocasionalmente a los presos y la ocasión se presentó hace ya más de 25 años. Formo parte de un grupo de visitadores católicos de la diócesis y, como tal, reconocido por el obispo, pero sin nexo directo con la capellanía… cosa rara.

¿Qué es lo que voy a hacer en la cárcel? No voy para aportar una ayuda social, ni para un apostolado organizado. Aunque a veces hay que asumir ciertas tareas en uno u otro dominio, pero mi objetivo no es ese. Entonces, ¿qué voy a hacer allí? Simplemente encontrarme con aquellos que sufren y son rechazados por la sociedad, aportándoles un poco de amistad, de comprensión, devolviéndoles la confianza en ellos mismos. En una palabra manifestarles, a veces silenciosamente, este amor que Dios tiene por cada uno de nosotros y en particular por los más despojados de todo.

Abramos un pequeño paréntesis: los verdaderos ladrones (que desvían millones), los grandes traficantes, dignos de ese nombre, raramente están en la cárcel y sobre todo nunca vendrían a la cárcel de Setúbal, al no tener ésta el confort necesario para recibir a esos señores. Aquí solo está el ‘pez chico’. Aquellos a los que se aplican, a veces, duras penas, dictadas por jueces intocables, que, a veces, ni siquiera se toman el trabajo de leer con seriedad y rigor el sumario de los acusados. Habría aún muchas cosas que contar…

Con algunos de los presos se crean poco a poco verdaderos lazos de amistad. Sin embargo hay que saber despegarse. De hecho, a su salida de la cárcel tienen el deseo legítimo, de ‘volver la página’, de olvidar el pasado y pocos son aquellos que buscan mantener contactos con nosotros. Creo que esto lleva a un profundo desprendimiento interior, sin por ello relativizar la amistad a la cual tienen derecho y que es tan importante en este momento tan difícil de sus vidas. Por medio de eso el Señor nos lleva sin duda a una mayor gratuidad que nos permite acoger al otro tal cual es, con su sufrimiento, sus problemas y también sus proyectos y esperanzas.

Como ya sabéis, la fraternidad de Setúbal está formada por Luis y yo desde hace muchos años. Entre nosotros nació una profunda amistad, pasando a veces por duras pruebas, pero esto sin duda forma parte de la cruz que el Señor nos invita a llevar si queremos seguirle. Tenemos numerosos amigos que son una apertura y un apoyo. Nuestro barrio popular es una especie de aldea en la cual todo el mundo se conoce y se estima. Es una alegría para nosotros el vivir aquí. ¡Venid y ved!

Con mucha amistad.     

Henrique