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Entre las víctimas del siniestro en la región de Sendai

de Ludo con Nozomi: Ofunato (Japón)

Después del terremoto de Japón del último 11 de marzo y el tsunami que le siguió, el obispo de Sendai, una de las diócesis más afectadas del Japón, hizo un llamamiento –a través de un sacerdote conocido de Nozomi- de la fraternidad de Wakayama, sobre si podrían liberarlo para ayudar a su diócesis. Así es como Nozomi y Ludo partieron a más de 1.000 km. de distancia hacia el norte y se unieron a los equipos que ya estaban allí al servicio de los siniestrados. Pasado un mes Ludo regresó a Wakayama, mientras que Nozomi se quedó unos seis meses.

Ofunato, 15 de abril 2011

Ha pasado más de un mes desde el terrible temblor de tierra… con el tsunami y el accidente sucedido en la central nuclear. Junto con Nozomi llegamos hace dos semanas al Norte del Japón, en la región que ha sido golpeada por esta terrible catástrofe.

Aún ahora tenemos diariamente varios temblores de tierra (el pasado viernes un nuevo temblor, muy fuerte, provocó un corte de corriente que duró medio día), pero progresivamente nos vamos acostumbrando a estos temblores que no nos molestan demasiado. También nos hemos acostumbrado a ver el enorme escenario de ruinas salpicado por coches retorcidos, maderas y barcos en posiciones increíbles que se extienden, de derecha a izquierda, sobre la colina en la que está construida la iglesia de Ofunato. ¿Qué ha sucedido con la gente que vivía aquí? Muchos lograron escapar subiendo más alto y ahora viven en refugios o en las casas de familiares o amigos.

Hemos podido visitar dos albergues en Ofunato y en la ciudad vecina de Takada, que también pertenece al territorio de nuestra parroquia. Han sido acogidos en escuelas cuyas aulas se han convertido en guarderías, en centros de primeros auxilios o en centros de información. Los salones de las escuelas se han convertido en dormitorios para unas cien personas donde cada familia está separada de las otras por cartones. Hay otros muchos pequeños refugios creados en diversos locales o en Templos. Aunque no faltan los alimentos y las necesidades básicas, esta vida sin privacidad, debe ser muy difícil de soportar. El pasado domingo tuve la suerte de ir con un grupo de scouts de Tokio que habían preparado arroz con curry para 200 personas. Tengo que admitir que me sentí demasiado tímido o demasiado discreto para hablar con los damnificados que están acogidas en este albergue. Me hubiese gustado preguntarles sobre sus necesidades, sus planes para el futuro, sus sueños, pero no pude hacerlo. Algunas veces me hago preguntas sobre toda estas personas (más de 500) que murieron o son dadas por desaparecidas solamente en esta pequeña ciudad de Ofunato (con una población de 35.000). En Takada (25.000 habitantes) el número de muertos o desaparecidos es de unos 2.300… Me pregunto sobre los que lloran y sobre aquellos que no pueden aceptar que sus muertos o desaparecidos no volverán. No hemos sido testigos de grandes expresiones de dolor: es una cosa rara en Japón, pero a veces se pueden ver rostros cansados y tristes.

Nozomi prepara nuestras comidas y generalmente va una vez al día en bicicleta para hacer las compras. Esto le lleva una o dos horas y le brinda la ocasión de mezclarse con la gente… Como él se ocupa de la casa, yo (Ludo) estoy más libre para ayudar aquí o allá como voluntario y participar en la limpieza… Hemos trabajado juntos con un joven del barrio que tuvo la buena idea de colgar, en un panel frente a su casa, las fotos que la gente encontraba y que le llevaban. Desde entonces, voy a verle cada vez que encontramos entre los escombros que vamos retirando alrededor de la Iglesia una foto de familia, sin saber si la gente que vemos en las fotos están aún vivos. Él me ha dicho que mucha de la gente que busca a un ser querido vienen a ver el panel.

En nuestro barrio ya no hay alumbrado público y ayer tuvimos una visita de alguien que había visto la pequeña cruz iluminada en lo alto de nuestra capilla, que brilla como una estrella en la noche. Esta persona se sintió misteriosamente atraída por ella, tanto más cuanto él sabía, incluso siendo budista, que entre sus antepasados había un cierto número de cristianos que fueron perseguidos en los siglos XVII y XVIII.

Tenemos suerte de tener, a pesar de su pequeño número, cristianos muy valientes y comprometidos en esta parroquia. Somos 95 cristianos inscritos, entre ellos 25 son mujeres filipinas que se casaron con japoneses. Nozomi trata de ser, de la mejor manera posible, un buen pastor provisional. El obispo le ha pedido que permanezca al menos hasta finales de junio. Frente a todos estos sufrimientos soportados y las montañas de escombros. Esperamos que nuestra presencia sea al menos un pequeño testimonio. En cierta medida nos sentimos unos privilegiados por poder celebrar el misterio de la Pasión y la Resurrección con ellos.

Para terminar, sólo quiero decir algo sobre las centrales nucleares. Nosotros aún no estamos directamente afectados por el drama. Probablemente vosotros sepáis aún más por la televisión. Es algo muy serio… y una expresión que se dice a menudo es: “esto nunca se ha visto” y “aún no comprendemos nada”. Ayer, nos dijeron que al menos llevaría diez años desmantelar los reactores. Esperamos y pedimos que lo peor no se produzca gracias a la gente que trabaja exponiendo su vida para que las cosas estén bajo control.