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Del Assekrem (Argelia)

La fraternidad del Assekrem, en la que Carlos de Foucauld vivió algunos meses en 1911, está situada en la región montañosa del Hoggar, en el sur de Argelia, a alrededor de 80 km. de Tamanrasset, ciudad que cuenta actualmente con unos 100.000 habitantes. Allí viven actualmente dos hermanos: Edouard y Ventura (Alain acaba de regresar a Francia después de más de veinte años vividos en el Assekrem) Edouard que tiene una larga permanencia en estas montañas, describe su vida:

• Acoger a los numerosos visitantes (peregrinos o no)

• Acoger también a los hermanos o amigos para tiempos de retiro

• …y rezar en nombre de toda la Iglesia y de la Fraternidad

de Edouard

En el Assekrem, vivimos en un lugar muy visitado. Esto exige de nosotros una disponibilidad continua acogiendo a todo el que llega, respetando las motivaciones de unos y otros, que son, de hecho muy diversas. Y esto en una actitud de apertura al encuentro y aceptación de las diferencias humanas, sociales, nacionales y religiosas. Teniendo, una atención prioritaria para los visitantes argelinos, “hombres del  Islam”, interpelados, muy a menudo por este lugar, por nuestra presenciay por nuestra prolongada permanencia.

Los visitantes que pasan por Tamanrasset encuentran a las Hermanitas del Sagrado Corazón, y a los Hermanos de Jesús a los que se acercan en las Eucaristías “parroquiales” en las que participan. Los que vienen aquí son a menudo “peregrinos”, traen con ellos uno o varios sacerdotes y casi siempre están preocupados por celebrar la Eucaristía en la capilla de la ermita. Lo cual pueden hacer, en general, al comienzo de la tarde, antes de la llegada de otros visitantes. Tras eso les queda muy poco tiempo para encontrarse con uno de nosotros, a menos que no estemos acaparados por todos los otros grupos de paso a los que tenemos que atender. En la charla que a veces tenemos con ellos, como casi siempre han pasado un día en Tamanrasset, han visitado la “Fregate” y el “Bordj”, encontrado a las Hermanitas del Sagrado Corazón y a Antoine, nosotros no tenemos que hablarles mucho de Carlos de Foucauld, si no es en el sentido de su venida al Assekrem. Esto nos lleva a hablar del sentido de nuestra presencia aquí en este lugar desértico donde pasa mucha gente. Y nos esforzamos entonces por despertar su atención sobre el mundo argelino que esta peregrinación les da ocasión de vivir. Lo hacemos en el espíritu de Carlos de Foucauld que quería ser “hermano universal”.

Mucho más numerosos ahora que los peregrinos, son los visitantes argelinos. Sobre todo desde mayo a octubre, mientras que desde octubre a mayo, los europeos son mayoría. Para nosotros es la ocasión de unos encuentros a menudo afectuosos. El itinerario humano, espiritual de Carlos de Foucauld, su encuentro con los hombres del Islam en Marruecos o Argelia, su colosal obra lingüística, les impresionan. Y luego nuestra presencia aquí, y el tiempo que hace que estamos, les interpela.

Todo esto, que les sorprende, crea para nosotros un clima de diálogo humano, que vivimos con alegría, contentos de darnos así, entregados a estos bellos encuentros. Para mí, personalmente, al término de medio siglo de presencia en Argelia, es una “realización” por la cual no puedo dejar de dar gracias.

Aparte de los argelinos o los peregrinos, están todos los demás visitantes. Es lo que yo llamo “cualquiera que llega”. Alrededor de un 60% del total anual. Claramente mayoritarios desde octubre a mayo, muy minoritarios después. Son excursionistas que vienen acompañados por guías y camelleros tuaregs, o bien viajeros de grandes distancias, conducidos en coches por las pistas de las regiones periféricas alrededor de Tamanrasset y pasan más o menos rápidamente por el Assekrem, especialmente en el momento de la puesta y la salida del sol. Los franceses son ahora los más numerosos, pero hay otros europeos: españoles, italianos, alemanes, holandeses… y a veces asiáticos: japoneses, chinos. Toda esa gente, incluidos los franceses, ignoran todo o casi todo de la vida de Carlos de Foucauld, pero muchos están interesados por su perfil humano, religioso, cultural. Y también por la historia de los tuaregs entre los cuales vivió y cuya presencia en medio de ellos les hizo ser conocidos. Todo este mundo que encontramos, breve o largamente no se presenta a nosotros como un mundo particularmente cristiano, salvo excepciones. Sin duda es parecido al mundo secularizado en el cual están insertas las fraternidades de Europa, al menos algunas. Pero para este mundo, a menudo “alejado” de Dios, el paso por el desierto, una visita al Assekrem y un encuentro con los hermanos que viven allí pueden dejarle huella. Algunos nos lo dicen o nos escriben mucho tiempo después. Esto nos anima a continuar con nuestra actitud de acogida.

La acogida es pues la tarea más importante en nuestra vida en el Assekrem. Pero esto representa también un trabajo laborioso, obligando a muchas repeticiones, cada vez adaptadas a los diferentes interlocutores. Así pues, para estar siempre a la altura, manteniendo la sonrisa, nos alternamos, Alain, Ventura y yo, para asegurar este servicio por turnos.

Pero este inventario de relaciones humanas, que vivimos en el Assekrem, quedaría incompleto, si yo no precisara también que la mayoría de las visitas recibidas, son únicas y limitadas en el tiempo, por consiguiente, efímeras para nosotros al menos y muy a menudo, olvidamos los nombres y los rostros, incluso si algunos se quedan algún tiempo en nuestra memoria y nuestra oración. En cuanto a la huella de su paso por aquí y su encuentro con el lugar y con nosotros, que pueda permanecer en su recuerdo, nosotros lo ignoramos, a menos que ellos nos escriban, para decírnoslo, apoyándolo con fotos…

Si la mayoría de las visitas son únicas, hay también muchos que repiten, gente que ha estado fascinada por el Hoggar y los hombres del Hoggar. Observamos también que muchos argelinos, que vienen una primera vez, entre hombres, en grupos de amigos o colegas de trabajo, nos confían al marchar, y a menudo en voz baja, que volverán un día “con su familia”.Y de hecho, en verano y después del desarrollo de Tamanrasset, muchas visitas son visitas familiares. Esto lo apreciamos mucho pues no siempre es corriente en Argelia.

Tengo que añadir además, que a las numerosas relaciones que el turismo religioso y profano nos procura, se añade por supuesto, las relaciones de cada día, como en cualquier sitio, de los vecinos. Lo cual, en el desierto implica forzosamente ciertas distancias. Así pues, cerca de nosotros tenemos los técnicos de la meteorología que trabajan por turnos, en el observatorio que hay sobre la Meseta desde hace diez años. También están en la cima, adonde llegan los coches, los empleados del refugio – restaurante. Más lejos, mucho más lejos ahora, aún hay tres familias de tuaregs nómadas, que continúan con su vida en el desierto: “pequeño resto” de amistades nuestras muy antiguas.

De este mundo de los tuaregs vemos ahora, sobre todo, a aquellos que acompañan desde hace varias décadas, a los grupos que llegan caminando, y que nos los presentan y nos presentan a ellos, contentos de asociarnos a su trabajo, ya que eso les permite descansar, mientras que nosotros nos ocupamos del grupo. Estos acompañantes tuaregs se han convertido para nosotros en verdaderos amigos. Y, en la medida en que los años pasan, acabamos por conocer muchos habitantes de Tamanrasset, que nos visitan para acompañar a veces a algunos de sus familiares del Norte de Argelia que han venido a visitarles. Y parecen contentos de enseñarles un lugar que ellos aprecian y de presentarnos.

Resumiendo, todo esto permite una inserción humana, que tiene su consistencia, sus alegrías y sus dificultades, su significado y sus limitaciones. Al igual que para toda fraternidad implantada en el mundo…

Dicho esto, debería añadir que, si la acogida constituye para nosotros una gran ocupación e incluso un verdadero trabajo, esto no es sin embargo nuestro único trabajo: está todo el trabajo de mantenimiento de las edificaciones, del complejo hidráulico y el acompañamiento de los que vienen a retirarse en las ermitas o por los senderos. A esto se pueden añadir los trabajos personales de escritura. Todo esto nos ocupa ampliamente según nuestras capacidades en función de nuestras edades. Dejándonos el tiempo para la oración, sobre todo por la mañana temprano antes de la salida del sol que es cuando llegan los primeros visitantes…

Perdonadme la amplitud de este diario. No lo hago muy a menudo…