Las Fraternidades hoy: Una vida abierta al futuro

BARCELONA

Hermanita Magdeleine fue a Barcelona, durante la celebración del Congreso Eucarístico Internacional en 1952. En su diario anota: ”me insisten que empiece la Fraternidad aquí...”, pero este proyecto no llegó a concretizarse.

Cierto es que  Carlos de Foucauld fue una figura clave para la Iglesia catalana, su espiritualidad de Nazaret, la contemplación en la vida cotidiana, la cercanía y el compromiso con la clase obrera y el mundo de la pobreza, en definitiva esa manera novedosa de vivir el evangelio sedujo, fascinó y modeló los movimientos existentes, como una referencia vital.

Los libros del P. Voillaume se dieron a conocer, abriendo nuevas perspectivas, muchos seminaristas de la época testimonian del impacto que produjo en sus vidas.

        Todo este dinamismo religioso innovador puso mucha gente  en búsqueda.  Muchas muchachas, a pesar de no existir la Fraternidad en Cataluña, encontraron el modo de acercarse a ella, descubrieron y se comprometieron a vivir ese estilo particular de vida religiosa,  ser contemplativas en medio del mundo, compartiendo las condiciones de vida de los más pobres.

Por caminos diversos, durante estos cincuenta años, fuimos llegando a la Fraternidad y bebiendo de este pozo,  que alimentó nuestra pasión por Jesús y el Evangelio y que ha mantenido nuestro empeño de tejer vínculos de amistad con todo ser humano, en especial con los excluidos de nuestra sociedad.

Las hermanitas catalanas, crecidas y enraizadas en nuestra tierra e Iglesia, vivimos la Fraternidad en distintas lugares de España y del mundo. A pesar de nuestra lejanía, sabemos que la semilla de la Fraternidad sigue presente y activa en nuestro pueblo. En el año 1994, Rosaura y  Dolors Francesca, las dos de la provincia de Barcelona escogieron sus pueblos natales, Corbera y Rubí,  para celebrar sus Votos perpetuos. Fueron momentos intensos de emoción para sus familias, amigos y hermanitas; juntos fuimos testigos de su compromiso a vivir por Jesús en la Fraternidad, con un amor de predilección por los excluidos y marginados de nuestra sociedad.  

En Barcelona hemos tenido una presencia esporádica. Dos hermanitas trabajaron en una fábrica del Poble Nou. También hemos compartido el trabajo temporero de la vendimia en El Penedés y, estos cuatro últimos años, en la campaña de la fruta, en la provincia de Lleida.

Nativitat, por motivos familiares, mantiene una presencia más estable en Barcelona. Antonia y Núria, han vivido estos tres últimos años en S. Joan Despí (Barcelona).

Nuria nos ofrece el testimonio de su experiencia de trabajo en Solidança, plataforma de economía social y de inserción laboral:

“Me gusta pertenecer a Solidança, porque es espacio de vida, de trabajo, de convivencia. Disfruto estando allí porque del trabajo hacemos encuentro con cada persona, del trabajo hacemos fiesta. Los que allí estamos, creemos que hacemos un servicio a nuestra sociedad, ayudando a las personas, la mayoría inmigrantes, con la venta a precios muy asequibles de los productos recuperados y debidamente reciclados. Solidança es un proyecto concreto y alternativo, es decir que pone su fundamento no en el absoluto del dinero, sino en el absoluto de la Humanidad.

Somos buenos compañeros de trabajo y aunque haya los roces normales y los pequeños malentendidos que pueden surgir, vamos solucionando los problemas que se van presentando, sin renunciar a la utopía, porque nos sabemos portadores de un potencial inestimable para promover y crear espacios de vida y de valores diferentes, alternativos a un sistema económico mundial injusto, del cual todos somos víctimas y cómplices a la vez.

Queremos un espacio abierto a todos sin excluir a nadie, donde las personas nos situemos en clave de igualdad, dejándonos “tocar” por el otro. Esto pide un esfuerzo que implica escucha, comprensión, respeto, intercambio enriquecedor de las distintas culturas... Por todo ello Solidança es corriente de esperanza para muchos..., es camino de futuro”.

Agradecemos a tanta gente querida, amigos y familia que nos han acompañado durante estos cincuenta años, y deseamos que nos sigáis acompañando, ¡gràcies de debò!.