Un canto al encuentro

Pilar de Valverde

 

Cuando festejamos un acontecimiento siempre hay un regalo. Yo recuerdo haber recibido regalos tan sorprendentes que me han llenado de gozo y emoción, descubriendo todo su mensaje de cariño y de amistad, tanto en el color del papel y sus lazos como en su contenido...; son experiencias únicas que llegan muy dentro, donde nada se pierde, y que hablan de la importancia de la relación.

Ante la celebración de los 50 años de vida de la Fraternidad en España, me pregunto si el regalo ¿lo recibimos o más bien lo ofrecemos?

Celebrar 50 años es el momento propicio para que juntas tomemos conciencia de la ‘herencia’ que hemos recibido. Tiempo de acoger, admirar y compartir este magnífico regalo que es ‘el don de la Fraternidad’. Este legado nos viene dado por Carlos de Foucauld y Magdeleine de Jesús, iniciadora de una nueva forma de vida religiosa que tuvo sus dificultades de comprensión en sus comienzos.

Hta. Magdeleine se dejó llevar por el soplo del Espíritu y, paso a paso, fue reconociendo la llamada personal de Dios. Conocemos su historia familiar que la dejó marcada para siempre. En la guerra mueren varios miembros de su familia, dejándola sola con su madre. Este sufrimiento provoca en ella una pasión única: el amor a todo ser humano; un compromiso único: la justicia y el respeto a las diferencias de raza, cultura y religión; una mirada única a Jesús en su don total.

Llega a Argelia y descubre el pueblo árabe-musulmán. Compartiendo la vida con ellos, teje de forma asombrosa una relación de amistad. Encuentro que desvela en el corazón de Hta. Magdeleine el misterio de todo encuentro, raíz y savia de toda la Fraternidad.

En Touggourt, Hta. Magdeleine empieza su proyecto y deseo de compartir la vida con los nómadas del desierto, sabiendo que la mayoría de sus conocidos ven en sus ideas una locura y poco futuro. Así empieza a construir la fraternidad de Sidi Boudjnan, que albergará a todas las futuras hermanitas dedicadas a los nómadas.

Su capacidad de relación le hace compartir vida y proyectos -estando todavía sola - con sus nuevos amigos nómadas. Hta. Magdeleine va sintiendo y acogiendo la hospitalidad, la amistad y la confianza que le ofrece este nuevo pueblo, encuentro que deja en ella una huella de eternidad. A partir de este momento la hospitalidad se convertirá en piedra origen y fundante de su nueva familia religiosa.

Habitada por este encuentro, experimenta con un gran realismo el misterio de Belén, un Dios vulnerable que se nos revela en la fragilidad de los medios humanos, desatando en ella una tal audacia, confianza y abandono que la transforman en una mujer nueva y libre.

Saltan a la vista las condiciones precarias que la rodean: fragilidad del pequeño grupo naciente de compañeras, situación política inquietante, su poca salud, la mirada incrédula de muchos.... Pero es precisamente en este contexto, donde la luz del misterio del Niño de Belén le da toda la confianza y audacia para creer y para continuar su misión de iniciadora de la Fraternidad.

De este ENCUENTRO en tierra extranjera, confrontada con otra cultura y otra religión, y enriquecida con la hospitalidad, nace la Fraternidad abriéndose a otros pueblos, situaciones y culturas, llamada a ser cercanía y testimonio de amor gratuito e incondicional, impregnado de ternura y solidaridad hacia cada ser humano, especialmente a los que no cuentan en nuestros sistemas neoliberales.

Somos conscientes de que ‘EL ENCUENTRO’ es como un oasis desbordante de flores y frutos, con manantiales, cascadas y acequias que dan vida y promesa al desierto laborioso de la relación.

¡Qué regalo de humanización existe en cada encuentro!

Queremos ofrecer este regalo tal como lo hemos heredado, al estilo del encuentro de Isabel y María, para que cada uno podamos cantar nuestro Magníficat en lo cotidiano.

En este aniversario de los 50 años de presencia de la Fraternidad en España, nuestro deseo y nuestro regalo es que en todo ENCUENTRO podamos re-conocernos, acogernos y darnos para construir juntos este mundo de hermanos y  hermanas, pincelando un nuevo e inmenso arco iris de multitud de colores.

Fatiha con Mari Conchi y la pequeña Doha