50 años de vida de Fraternidad: Una memoria viva

GUADALUPE

 

                      Juana de Valverde

Guadalupe es un pueblo de la provincia de Cáceres. Tiene un santuario dedicado a la Virgen de Guadalupe. Según la tradición la imagen de la Virgen fue encontrada en la tumba de Santa Lucía de Acaya, en Turquia. En el siglo III fue llevada a Roma y de allí peregrinó a Sevilla. En el siglo VIII, los sevillanos enterraron la imagen de la Virgen para salvarla durante la época musulmana. En el siglo XIII, la encontró una vaquera, en la montaña donde hoy se levanta el santuario.

La tradición cuenta que esta vaquera estaba embarazada y al ver la imagen de la Virgen “la criatura saltó de alegría en su vientre y exclamó: ¿Qué tengo yo que venga a visitarme la madre de mi Señor?”

El 8 de Septiembre de 1955, en una casita cerca del monasterio de Guadalupe se reunía un grupo de personas: El dueño de la casa y su familia, Marie-Aline y Magdalena-Michèle -dos hermanitas de origen francés llegadas en peregrinación a Guadalupe tres días antes-, algunos vecinos del pueblo y algunos peregrinos procedentes de otras partes. La habitación, que horas antes había servido para acoger a los peregrinos, pronto quedó dispuesta para celebrar la Eucaristía. El dueño de la casa no podía disimular su emoción. Su acogida estaba más que pagada por el honor que hoy se le había hecho a su casa.

En la Eucaristía, las dos hermanitas expresaron en voz alta su oración: “Hemos llegado a Guadalupe como unas peregrinas más. Te agradecemos la acogida y las atenciones del Sr. Urbano. Te lo confiamos Señor, al igual que a su familia y a todos los peregrinos venidos a la fiesta. Te pedimos por nuestros vecinos, los de hoy y los de mañana. Te confiamos Señor a las hermanitas presentes y futuras de esta fraternidad, fundada bajo el signo de la peregrinación. Haz que nunca vivan instaladas y que la Virgen les ayude a avanzar por sus caminos”.

Y aquel día, bajo el signo del peregrinar, de la acogida y de la amistad, del encuentro, del pan compartido y entregado, nació la fraternidad en tierras extremeñas.

La fraternidad

RECUERDOS DE UNA TESTIGO, ALEJANDRA

Juana y Alejandra, en un diálogo, nos ayudan a conocer los orígenes y algunos rasgos de la Fraternidad de Guadalupe.

Juana: Alejandra, cuando yo leía los diarios del comienzo de la fraternidad el corazón se me llenaba de alegría y los ojos de emoción, de agradecimiento. !Es maravilloso!, me decía. Tú, que fuiste testigo del nacimiento de la fraternidad en Guadalupe, ¿cómo recuerdas tu primer encuentro con las Hermanitas?

Alejandra: Estábamos en la iglesia y el Padre Enrique se nos acercó y nos dijo: “ Esas que están ahí son las Hermanitas de Jesús, y una de ellas es la fundadora”. No nos atrevíamos a saludarlas, ni a decirles nada. Nos dijeron que querían fundar allí. Poco tiempo después llegaron las Htas. Marie- Aline y Magdalena-Michèle, que se quedaron a vivir en la casa del Sr. Urbano mientras preparaban la casa para la fraternidad.

Juana: ¿Qué es lo que más te impactó de ellas?

Alejandra: Yo tenía costumbre de ir a verlas, de rezar y de celebrar con ellas la Eucaristía. Lo que más me impactó fue su alegría, su amistad con todos, pequeños y grandes, una amistad que yo percibía como un reflejo de su amor a Dios; su vida de trabajo, como la de los demás vecinos; su pobreza. Un día subí a visitar a una hermanita que estaba enferma y me impresionó la austeridad de su cuarto.

Juana: ¿Y la gente del pueblo que decía?

Alejandra: Les chocó un poco como iban vestidas, no era corriente. Les encantaba su sencillez, la simpatía, el trabajo que realizaban: cosían sacos de harina en la fábrica, recogían aceitunas y castañas, hacían limpieza por las casas.

Juana: Es verdad, yo he “recopilado” los trabajos que hicieron: recolectar aceitunas, castañas y cerezas; arrancar hierbas y cavar garbanzos, trabajar en la fábrica de aceitunas y coser sacos; hacer escobas y cestos, ... hasta lavar ropa. Todos ellos trabajos muy precarios y con una fuerte dependencia de la climatología (vientos, tormentas y heladas).Tenían también un huerto dónde plantaban patatas y hortalizas que vendían en el mercado.

Alejandra: En el huerto trabajaban las hermanitas y les ayudaba el tío Juan, y otros muchos que no nombro. Tiempos después, Hta. Mª Monserrat trabajó mucho en la construcción de la casa.

Juana: Hay momentos en que una hermanita se queda sola en el pueblo

Alejandra: En esas ocasiones los vecinos se volcaban con ella, se quedaba rodeada y protegida por ellos; la invitaban a comer a sus casas, lo que favorecía la integración (inculturación diríamos hoy) de la hermanita en las costumbres del pueblo.

Juana: Al principio, las hermanitas pensaban en la fraternidad de Madrid como noviciado pero cuando Htas. Magdeleine y Marie-Aline visitaron Guadalupe, el 2 Julio 1955, decidieron instalarlo en Guadalupe, ¿por qué?

Alejandra: Hta. Magdeleine quería que los noviciados estuvieran bajo la protección de Maria, junto a alguno de sus santuarios. Después de visitar otros santuarios marianos, eligió Guadalupe por ser un lugar de peregrinación nacional y por estar en un pueblo sencillo.

Juana: Alejandra, hay algo que me sorprende al leer los diarios del comienzo de la fraternidad. En uno de 1957 puede leerse lo siguiente:”El Sr. Urbano continua ayudándonos en el huerto, es un verdadero amigo que conserva las mismas atenciones, a pesar del cambio continuo de hermanitas”. En dos años, doce hermanitas habían pasado por Guadalupe. A mí no me sorprende nuestra precariedad, ni nuestra fragilidad, ni el movimiento de hermanitas. Lo que me sorprende y llena mi corazón de gozo es la acogida de este hombre; su amistad y su gran corazón, abierto a todas; la estabilidad de su amor. Del Sr. Urbano y de otros muchos, mujeres y hombres, tenemos abundantes testimonios las hermanitas. Y doy gracias a Dios por ello.

Alejandra: ¿Qué novedad traían las hermanitas a nuestra Iglesia extremeña? La presencia de una Iglesia pobre en medio de los pobres, para compartir con ellos vida y destino.

Juana: ¿Qué crees tú que aportó la Fraternidad al pueblo de Guadalupe, a su gente, al pueblo extremeño?

Alejandra: Una nueva forma de vida religiosa, muy cercana a la gente más sencilla y más pobre para vivir junto a ellos, compartiendo su mismo tipo de trabajo, su sufrimiento y su alegría, dando con esta cercanía testimonio del amor que Dios tiene a todos. Creo que el mejor regalo que la Fraternidad puede hacer hoy es ofrecer su vida entregada a los más excluidos de nuestro tiempo: inmigrantes, personas afectadas por el sida o dedicadas a la prostitución, presos, trabajadores temporeros.... Y creo que la Fraternidad está en esta onda. Me gustaría terminar con unas palabras de Hta. Magdeleine sobre la Eucaristía, que recogen las Constituciones: “En la medida en que la presencia del Señor las habite y las transforme, las hermanitas podrán irradiar esta realidad concreta en su vida cotidiana”. Creo que esto es el mejor regalo que la Fraternidad puede ofrecer.

 

Hta. Magdeleine, acompañada de otras hermanitas, estuvieron en Guadalupe el 2 de Julio de 1955, desde donde se dirigieron en su “Etoile Filante”[1] a las Hurdes, entonces uno de los lugares más pobres de Extremadura. Veintisiete años más tarde, buscando compartir la vida de los trabajadores temporeros, las hermanitas trasladaron la fraternidad de Guadalupe a Valverde del Fresno, un pueblecito de la Sierra de Gata.

Camino del Humilladero