Las Fraternidades hoy: Una vida abierta al futuro

MADRID

 

Begoña de Madrid

Desde 1982, la fraternidad en Madrid, se encuentra ubicada en el barrio de Usera, en uno de los pisos que dieron a los vecinos de las chabolas de Torregrosa, a donde habíamos llegado después de dejar otros dos núcleos: La Bomba y Palomeras. Todavía están vivos en nuestra memoria “aquellos tiempos” de lucha, de apoyo solidario, en busca de una vivienda digna para tantas familias. Un camino de amistad y de vivencias compartidas con nuestros vecinos, que son un tesoro inolvidable.

A la nueva casa de Usera se trasladó también nuestra fraternidad regional, que hasta entonces estaba en Vallecas. Esta fraternidad es la “casa de todas”, lugar de acogida  de las hermanitas, espacio disponible para los diferentes servicios que necesita la Fraternidad y el resto de las comunidades que forman la familia del hermano Carlos. Este servicio nos regala muchos momentos de encuentro que ensanchan nuestros horizontes, y nos enriquece con tantas experiencias y diversidad.

Carmen Victoria, Irene, Josefa y Begoña con los vecinos

Carmen  Victoria, que hace parte de esta fraternidad desde los tiempos de Torregrosa, con su amplio conocimiento de las familias -ha visto nacer a los que ya son padres- es el pilar que fortalece y facilita nuestra cercanía al barrio, especialmente la de las hermanitas que vienen a prestar un servicio temporal a la región. Además, su trabajo en la lavandería de una residencia, desde hace más de veinte años, nos permite seguir ancladas en lo que sentimos más nuestro: ser una más en el mundo del trabajo, codo a codo con las compañeras.

Muchas familias disfrutan ahora de una situación económica más holgada, como lo evidencia la remodelación del interior de los pisos y el cuidado de los portales. Pero no sólo ha crecido el bienestar de muchos: también el individualismo ha ganado espacio, rompiendo el rico tejido de relaciones que había en nuestra anterior barriada. También se van incorporando nuevos vecinos, un paseo por nuestras calles hace ver la creciente presencia de inmigrantes: comercios llevados por familias chinas, rostros de tantos países, sobre todo latinoamericanos. Muchos de ellos sufren falta de trabajo,  hacinamiento en las viviendas...  Aparecen  conflictos a causa de la falta de plazas en las guarderías, la utilización del parque y de los espacios comunes. Un reto para crecer en el diálogo y en la  capacidad integradora, la de cada una de nosotros y la de las distintas organizaciones sociales y religiosas del barrio.

Una gran alegría es la reciente apertura de una Residencia para la Tercera Edad en nuestro barrio, que  se ha conseguido después de mucha lucha desde la Asociación de Vecinos. Las personas mayores de la zona y sin muchos recursos, serán las primeras en beneficiarse de unas instalaciones  muy bien adaptadas y modernas. Su tan esperada apertura ha generado evidentemente puestos de trabajo ofreciéndolos a los jóvenes del barrio.

En una sociedad tan marcada por la exclusión, nos sentimos llamadas a vivir desde la misericordia de Dios, lugar privilegiado para construir  esa humanidad nueva,  atentas a la vida y a todos los signos de esperanza.