50 años de vida de Fraternidad: Una memoria viva

SESTAO-ZORROTZA 

(Euskadi)

 Mari Conchi de Valverde 

Recientemente, con motivo de la celebración de los 50 años de presencia en España de las hermanitas, fuimos a  Sestao para encontrarnos con algunos amigos de la Fraternidad que conocieron a las primeras hermanitas. Después de tantos años de ausencia, vivimos momentos y encuentros muy entrañables, escuchando las historias y anécdotas de los comienzos; algo parecido a lo que ocurre en las familias cuando los mayores cuentan lo vivido a los más jóvenes o responden a sus preguntas.

He aquí algunos de los testimonios que nos han enviado para el Boletín:

Testimonio de Margarita (Sestao):

“Sestao es un pueblo industrial y trabajador. Cuando las hermanitas vinieron, la industria del pueblo estaba funcionando a pleno rendimiento. Ahora la industria siderúrgica AHV ha desaparecido. En sustitución de ésta se ha construido una acería compacta, que da trabajo a un reducido número de personas. Por esto se ha generado mucho paro.

En la zona de Chavarri y Rivas vivía gente sencilla, humilde y muy trabajadora. En la actualidad la zona está muy degradada, hay miseria, delincuencia, etc.

La llegada de las hermanitas a este pueblo no pasó desapercibida para la gente de los barrios citados, ni para el resto de los vecinos del pueblo ni para las empresas donde trabajaron: todavía hay gente que las recuerda.

Con su apertura y sencillez fueron ganándose el cariño de mucha gente, sobre todo de los que tuvimos la suerte de estar cerca de ellas.

Mi padre era militante de la HOAC (Hermandad Obrera de Acción Católica) al que las hermanitas estaban muy vinculadas, gracias a esto mi familia pudo conocerlas más y tener un trato cercano.

 La casa donde iba a instalarse la Fraternidad,  estaba muy deteriorada. Los hombres de la HOAC se encargaron de arreglar algunos desperfectos que había y de pintarla, antes que llegaran las primeras hermanitas. Lo hacían con tanta ilusión y cariño, como si fuese para ellos mismos. Esa ilusión la compartíamos en nuestra familia. Como el piso era una buhardilla, siempre había cosas que reparar, y allí estaban ellos, tan contentos, para hacer lo que hiciera falta.

Frecuentemente acudíamos a la fraternidad: sencilla y pobre, pero muy acogedora. Como era el último piso y estaba muy cerca del tejado la llamábamos “el palomar”. En su oratorio nos sentíamos más cerca de Dios. En aquel ambiente entrañable que invitaba al recogimiento y compartíamos la oración y la vida.

Por aquella época se formó un grupo de jóvenes cristianos  en el Patronato del barrio de Chavarri. El consiliario les ayudaba a vivir su compromiso cristiano. Siempre que tenían celebraciones religiosas o lúdicas invitaban a las hermanitas, y ellas acudían con agrado. Estos jóvenes también frecuentaban la Fraternidad.

Aquellos jóvenes son hoy padres de familia con hijos casaderos y guardan un buen recuerdo del paso de las hermanitas por Sestao, con su sencillez y naturalidad, con la alegría de quién se siente amado por Dios y ve en el otro un hermano.”

 

Testimonio de Begoña (Sestao)

“Guardo un recuerdo inolvidable del paso de las Hermanitas de Jesús por Sestao. Su presencia fue para mí edificante.

Allá por el año 1959, un buen día vimos por nuestra calle de Rivas a una persona que en principio nos resultó extraña. La gente la miraba ¿quién es ésta? No era hábito lo que llevaba, ni tampoco una ropa como las demás mujeres que estábamos acostumbradas a ver. Su indumentaria era pobre, sencilla, la misma en invierno que en verano; tenía que pasar mucho frío.

¿Y su porte? Era sencillo, con una sonrisa abierta a todos. Bien se podía decir que pasaba un ángel por nuestras calles. Yo diría más, era Dios mismo que se hacía presente en nuestro barrio a través de su persona.

Con el paso de los días, las miradas recelosas y las sonrisas irónicas fueron transformándose en cercanas y amigas.

Muchas personas vecinas y del barrio tuvimos la suerte de entrar en su piso, sencillo y pobre, pero acogedor. Teníamos las puertas abiertas para ir a pasar ratos de oración ante el Santísimo Sacramento, en la pequeña capilla. Durante mi convalecencia de una enfermedad, que duró dos meses, pude ir bastantes tardes a estar un largo rato de oración. Siempre encontré una franca amistad y una acogida fraterna. Con amor, ofrecían todo lo que tenían.

Doy gracias a Dios por este paso de las hermanitas por Sestao, pueblo humilde, sencillo y trabajador. Sólo Dios sabe el bien que ellas han hecho a sus hombres y mujeres, así como en las fábricas y demás lugares donde trabajaron.”

    

Testimonio de Don Anastasio (Sestao):

“Sestao 1955. Una gran aglomeración obrera en constante convulsión social acusa una novedad, una presencia que, sin pretenderlo, se hace notar, la de la primera  Hermanita de Jesús, Elena-José. Inmediatamente llama la atención esta mujer joven, alta, distinguida, a pesar de su indumentaria absolutamente pobre y ruda. Esta mujer “transparenta” una presencia, la presencia de Dios. Tal fue la impresión que yo recibí al conocerla por vez primera y durante todo el tiempo que permaneció en Sestao. Cuando poco después logró establecer una fraternidad en el que fue domicilio del mayor militante cristiano que yo tuve en la HOAC de Sestao, Ramón Quintanilla Uriarte (q.e.p.d), frecuenté este Nazaret instalado frente por frente de los Altos Hornos. ¡Qué contraste!. La fuerza casi insolente de aquellas instalaciones frente a la pobreza casi absoluta de aquella fraternidad. Nada superfluo en aquella modestísima capilla, pobreza, limpieza exquisita, buen gusto y, sobre todo, una Presencia que lo colmaba todo.

Bien pronto las hermanitas se ganaron el corazón de la gente obrera sencilla, noble y sincera. La atmósfera espiritual del barrio ganó en intensidad. Y, por el contrario, cuando la fraternidad desapareció, dejó un vacío que nadie ha llenado”.

 

Testimonio de un grupo de oración. Zorrotza (Bilbao):

“¿Qué fue y ha significado la Fraternidad? Lugar de encuentro donde nos conocimos un grupo de mujeres, nos quisimos y nos ayudamos, donde fuimos cambiando y llevando a nuestros hogares y barrios esa Vida.

La Fraternidad era un modelo de vida alegre y sencilla, de entrega donde más falta hacía en este barrio de Zorrotza, concretamente en Siete Campas.

El evangelio subía y bajaba esas calles bien encarnado.

Lo que empezó como un enamoramiento de Jesús pasó a serlo de las personas, de cada una con su nombre, con su mirada y con sus problemas.

Representaba mucho esta pequeña comunidad en la que participábamos, cuyas vivencias llevábamos a nuestras familias. Después de leer el evangelio en la capilla, pasábamos a la cocina para tomar juntas algo. Así nos íbamos acercando unas a otras desde nuestras propias situaciones y vivencias. De esta manera empezamos a reflexionar juntas.

Hoy seguimos echando mucho de menos en nuestro barrio a las hermanitas. Su paso por Zorrotza ha dejado una huella imborrable en nuestra gente.”

 

Testimonio de Mariví (Bilbao)

“Hace once años me diagnosticaron un cáncer. Ingresé en el hospital y tuve la suerte de que mi compañera de habitación era, y es, una persona especial que me ayudó mucho, me dio ánimos y empezó a hablarme del grupo de oración que tenían en la casa de las hermanitas de Siete Campas. Allí empezó mi experiencia, tan bonita. Me invitó a compartir en el grupo, y así lo hice. Me sentí muy arropada por todas las personas tan buenas que encontré allí.

Aprendí a hablar con el Señor, aprendí a ser más humilde y a tener más capacidad para ayudar a los demás. El Señor estaba dentro de mí, era mi consuelo, sobre todo en los momentos difíciles. El Señor sigue estando en mi corazón, pues me sigo encontrando en circunstancias tan difíciles como hace once años. Gracias a la fuerza que recibo de Él y del grupo, que ha estado a mi lado en todo momento, le doy todos los días gracias por haber puesto en mi camino a este grupo de ángeles, con las que me siento muy feliz.”

En estos testimonios se percibe la gran riqueza humana y espiritual que recibieron las primeras hermanitas, que llegaron a Sestao tan necesitadas de todo y, a la vez, tan llenas de entusiasmo y con el deseo de ofrecer un nuevo estilo de vida religiosa; sin duda, empujadas por la audacia y la fuerza que da el Espíritu.

La acogida de la Iglesia local, de los vecinos, de las distintas Asociaciones y Movimientos Obreros, tan vivos en aquel momento, hicieron posible que las hermanitas pudieran entrar poco a poco en aquella sociedad, en aquel pueblo obrero por excelencia, con todas sus luchas y aspiraciones por un mundo más justo y más humano.

Por otro lado, comprobamos que la presencia de la Fraternidad, queriendo vivir al estilo de Jesús de Nazaret -vida de trabajo, oración, pobreza, solidaridad y amistad- provoca extrañeza y admiración al mismo tiempo. “Eran raras”, nos comentaba una amiga con gran cariño. “Y la vida de las hermanitas les hablaba del Dios encarnado”.

Conociendo de qué barro estamos hechas, estos testimonios nos hacen palpar el gran misterio de Dios, que se fía de sus criaturas y hace maravillas. Con el Hermano Carlos y con Hta. Magdeleine, podemos decir: “La debilidad de los medios humanos es causa de fuerza. Jesús es Señor de lo Imposible”.

Ahora, como María, nosotras también cantamos el Magníficat y nuestra oración de acción de gracias por cada uno de los amigos de Sestao y Zorrotza, por todos los amigos y amigas de Euskadi. ¡Bai, milla esker!