foto de una jarapa con un vaso y plato y las montañas del Hoggar al fondoMI EXPERIENCIA VIVIDA

Este es el testimonio que dio la hermanita Nuria en la jornada de formación continua de Confer-Getafe el pasado 15 de abril de 2007. Era una jornada dedicada a profundizar en nuestras relaciones con nuestros vecinos musulmanes. Intervinieron un Padre Blanco, un amigo musulmán y Nuria.
 

30 años fuera de España, de los cuales 27 en África, compartiendo la vida de los Tuareg.

Me presento: Nuria, hermanita de Jesús, de Barcelona. A los 21 años, el día 15 de Octubre de1964, entro en Madrid, a formar parte de la Fraternidad de las Hermanitas de Jesús (del Padre Foucauld). A las 3 semanas, soy enviada a Lisboa, y vivo el postulantado con mis hermanas de la Curraleira,- suburbio de barracas de madera,- en donde me quedo un año .El noviciado, lo hago en Tre Fontane, nuestra casa general que estamos construyendo a las afueras de Roma. Es el final del Concilio Vaticano 2 y se respira en la Iglesia, mucha alegría, mucha efervescencia y deseos de apertura. Somos 10 novicias, de 10 nacionalidades distintas y de los 5 continentes. Nuestro lenguaje común, más que el italiano, el inglés o el francés, que apenas sabemos, es el lenguaje del corazón, el lenguaje del amor.

A nuestra profesión en Marzo 67, hermanita Magdeleine, nuestra fundadora, anuncia nuestros destinos. Habiendo pedido yo, los nómadas del Sahara, el mío es: la fraternidad nómada del Hoggar, macizo montañoso al extremo sur del Sahara, cerca de Tamanrasset, donde vivió y murió Carlos de Foucauld.

Llegada a Argel, en barco de mercancías y encuentro con otro mundo, tan distinto del nuestro, que enseguida me atrae y me cautiva. Travesía del desierto, de norte a sur, dos mil kilómetros hasta Tamanrasset. La Fraternidad nómada esta cerca del Assekrem, altiplano a 2800 metros de altitud. Vamos subiendo a través de valles y montañas. Los últimos kilómetros, son de una desnudez total: ningún árbol, ningún ser viviente, gran vacío y soledad. Es realmente un desierto pero no de arena, sino de montañas y los campamentos quedan escondidos y diseminados alrededor de los puntos de agua, más o menos duraderos. Cuando se termina el agua, hay que irse y en una semana se puede cambiar hasta 3 o 4 veces de lugar.

La grandiosidad e inmensidad del desierto, me habla del infinito de Dios y la pequeñez de las tiendas, me sitúa en lo que yo soy, pequeña criatura suya ¿Que es el humano, Señor, para que te acuerdes de él? Los Salmos me hablan y son para mí, escuela de oración: “Dios, tu eres mi Dios, por ti madrugo, tengo sed de Ti como tierra árida, reseca, agotada y sin agua”, “Dios mío, mi roca y mi refugio”, “Como el niño pequeño, en brazos de su madre, así, tranquila y en paz, descanso en ti, Señor.”. “Tú me sondeas y me conoces, allá donde voy, ya estas Tú.”….Cuando tenía que ir sola a alguna parte, no me sentía nunca sola. Sentía su Presencia. Uno de los hermanitos decía que en el desierto, como no hay nada donde agarrarte, te agarras a Dios y fuerte. Es la confianza en El, lo que se desarrolla y mucho. Recuerdo el día en que Ameley, hombre perteneciendo a un campamento de antiguos esclavos liberados, vino solicitando nuestra ayuda, pues según decía, Ahmadou  su amigo,  tenía los ojos tan hinchados que ya no podía ni abrirlos, ni ver. Teníamos un botiquín de socorro, lo agarré y seguí a aquel hombre que no conocía, durante más de 2 horas, por un pequeño sendero de cabras. Iba  detrás de él y recuerdo que me sentía en gran confianza, convencida que el Espíritu guiaba nuestros pasos y que yo sólo tenía que seguirle. Esto me ha servido para  toda la vida. Es lo que dice el canto tan bonito: “Tu Espíritu, Señor, nos va delante, nos precede, en nuestras rutas humanas”.”Si, allá donde yo voy, ya estas Tú”.

Me doy cuenta muy pronto, de mi no saber y de que tengo que aprenderlo todo. Un día, al atar las patas de un burro en sentido contrario al que debiera, me dice Fátima: “Pero Nuria, ¿que te ha enseñado tu madre?” Es sólo al cabo de dos largos años que empiezo a sentirme más segura en la comprensión de la lengua, en las tareas del pastoreo, en cargar las tiendas de manera equilibrada sobre los burros para el traslado, elaborar la mantequilla y el queso ... También voy conociendo a las personas de los distintos campamentos. Son ellas quienes nos enseñan los nombres de las plantas y de los montes, de los vientos y las estrellas. Son ellos, con su gran sentido de la observación, quienes nos enseñan a distinguir y a seguir las huellas de los animales que hemos perdido, y así  poder recuperarlos. Sí llegué en medio de ellos necesitándolos, verdaderamente.

Y es que solo para vivir, ya cuesta trabajo: Preparar el mijo, picarlo, separar el grano de la harina; buscar, durante horas, raíces o todo lo que pueda servir de combustible para cocinar; plantar las tiendas y mantener limpio el campamento; ir a por agua ,_ operación que a veces coje  el día entero si se esta lejos  del manantial o si no encuentras los animales para cargar los odres; acoger a los que pasan, preparando el buen te a la menta ordeñar,  pastorear; bajar al pueblo con los burros, a buscar provisiones o acompañando un enfermo al hospital; ir a una fiesta de bodas o a la fiesta del nombre, cosa que me encantaba, pues hay mucha alegría en sus fiestas y mucha elegancia. Las mujeres cantan y los hombres van  montados sobre esbeltos dromedarios, que danzan al son de la música, girando alrededor del grupo de ellas, rítmicamente. Titi me decía que, al mirarlos se le ponía la piel de gallina, de emocionada que estaba. Necesitaría una página entera, para describir los bonitos peinados, los variados maquillajes, los collares, pendientes y otras joyas, así como los vestidos nuevos, tallados para la ocasión, en preciosas telas.

La ermita del Assekrem, es una casita de piedra que el hno. Carlos de Foucauld construyó, para encontrarse con los que suben con sus rebaños a los pastos salados de las alturas, para beber la buena leche de las montañas. Una vez al mes, si el trabajo lo permitía, nos turnábamos para  ir a la ermita. Subíamos, de noche todavía, para gozar desde arriba de la esplendida salida del sol y después de la misa con los hermanos, nos quedábamos todo el día allí, de retiro, gozando de la intensidad del silencio y la grandeza del paisaje. Con los magníficos colores de la puesta del sol, volvíamos al campamento, dando  gracias a Dios por tanta belleza, por tanto amor.

He aquí lo que, desde el Assekrem, escribía el hno. Carlos: “La vista es más bella de lo que uno puede decir o imaginar. Nada puede dar idea de la cantidad de picos y agujas rocosas que tengo a mis pies. ¡Es una maravilla! No puedo contemplarla sin pensar en Dios.”

Hay  tres tiendas en nuestro campamento, la más bonita, es la capilla, donde pasamos horas de oración personal y comunitaria. La más grande es la de acogida, donde se recibe y se come y en la tercera nos lavamos y tenemos superpuestos nuestros sacos de dormir, las mantas y nuestras pequeñas posesiones Esas tiendas son tan pequeñas (apenas 2*3*1’5 metros), que hay que reducir al mínimo las pertenencias. Así que, se guarda poca cosa para no acumular e ir ligeros de equipaje en los traslados. Se vive al día y la comida se termina siempre, pues hay hambre y ¿donde la dejaríamos sino? ya que si descuidas la olla un segundo, ahí se lanzan los perros, las cabras o los cuervos, para comerse lo que con tanta labor y cariño se ha preparado. Es verdaderamente la lucha por la vida!

En el desierto tienes frío por las noches y de día, el sol te quema Es realmente, un lugar de contrastes y al ser tan inhóspito, su gente por el contrario, no puede ser mas acogedora de lo que es.  Las vecinas y amigas se quedaban pasmadas al ver las fotos de nuestros países con tal cantidad de árboles y agua, con casas y ciudades, y sobre todo el mar y los glaciares… difícil de imaginar cuando no se ha visto nunca….Solían decirnos: pero, ¿cómo habéis dejado todo eso, para venir aquí, y por que? La única respuesta  era: “por amor, por puro amor, para querernos. Y era bien cierto, nos queríamos mutuamente”.

Ya el hermano Carlos -que así le gustaba llamarse a Carlos de Foucauld-, estuvo impactado por la fe de los musulmanes. Veía como cinco veces al día, dejaban todo para  adorar al Creador. Fue gracias a ellos, que él reencontró su fe cristiana, abandonada de estudiante .y al llegar a Paris, de vuelta  de su  viaje de exploración de Marruecos, iba por las iglesias, buscando a Dios, y repitiendo esta extraña oración: “Dios mío, si existes, haz que te conozca”. Su trabajo sobre la lengua tuareg es una maravilla de precisión, una obra científica, y lo bonito es que la compuso,  escuchando a la gente, con mucha atención.  Recopiló miles de poesías e hizo un diccionario en cuatro tomos manuscritos, además de los textos en prosa que nos revelan las costumbres, fiestas y ritos de su querido pueblo de adopción. Eso sucedía, 60 años antes de  llegar yo allá. Encontré todavía a gente que le habían conocido y le recordaban con cariño diciendo: “era un hombre bueno y vivía entre nosotros como el pobre” En efecto, fueron los tuaregs, quienes le salvaron la vida cuando, en una terrible sequía, Carlos, debilitado por la privación y la fiebre fue salvado por la gente de Tamanrasset que recogió leche para él, en 4 kilómetros a la redonda. Carlos de Foucauld había entrado no solo en su tierra, en su vida, sino también en su corazón y ellos en el corazón de Carlos.

También hermanita Magdeleine, fue gracias a la amistad de sus vecinos nómadas de Touggourt, que pudo fundar la Fraternidad, pues ellos la sostuvieron cuando quedó sola, y le ayudaron en todo, sin abandonarla en ningún momento. Es bonito leer la historia de los comienzos, viendo como la Fraternidad salió de esa gran amistad que todavía dura hoy día. A menudo nos decía hta. Magdeleine que sin ellos, nunca hubiera podido fundar la Fraternidad… Así pues, grande es nuestro reconocimiento hacia nuestros amigos musulmanes de Argelia. Les debemos la vida, les debemos nuestra existencia, en tanto que Fraternidad. Sí, grande es nuestro amor  por nuestros hermanos del Islam, amor que se ha ido extendiendo al mundo entero, al ir naciendo fraternidades por doquier.

Hilábamos el pelo de las cabras y la lana de los camellos, para hacer cuerdas o confeccionar  sacos que tejíamos a mano Curtíamos las pieles, y cosiéndolas unas a otras, cubríamos las tiendas, aislándonos del frío o del calor y raramente de la lluvia. Telwelit  cuando vio mi  primera cuerda, exclamó:” vaya, podría estar peor, Nuria, podría estar peor”.

Lo que me gustaba en la  cultura Tuareg, de origen matriarcal, era el respeto a la mujer, dueña y señora del hogar. El marido pasaba buena parte del año fuera, en caravana, y era ella quien se ocupaba de la educación de los niños, enseñándoles a escribir en la arena, los caracteres en Tifinar.

Aprendí  mucho de este pueblo, cuando nos fuimos a 1000 Km. mas al sur, en pleno Sahel. Era en la terrible hambruna del año1973, los animales morían, la gente se debilitaba. Ahí aprendí la solidaridad. Solo unidos, podíamos seguir adelante, ayudándonos mutuamente, y haciendo todo en común. Empezábamos el día, levantándonos antes del alba y la que estaba más cerca, soplaba en las cenizas para reavivar las brasas, cuidadosamente enterradas al acostarnos. Era así como conservábamos el fuego, de un día  para otro. De la primera llama se prenden los demás fuegos, uno delante de cada tienda. Todo se pasa en gran silencio, es el momento de Dios i  la gente reza en su corazón, mientras hierve el agua para el te, otro rito que hace sentir la comunión que nos une Todos en el campamento tienen que estar ya levantados incluidos los niños. Si alguna familia no tiene te o azúcar, otra se lo da o se lo presta Así, codo a codo, desde la mañana hasta la noche, compartiendo trabajos, alegrías y penas, compartiendo la vida.

Todavía recuerdo sus rostros y guardo de cada persona, verdaderos regalos, que son para mí, como perlas de gran valor .He ahí algunos:

De Jiclouf: Un día de mucho calor, íbamos andando hacia el pozo de Kerbubu, muy cargadas, pues no habíamos encontrado los burros y llevábamos encima, la polea, la gruesa cuerda de 50mts, los bidones i odres para llenar y los arneses de los burros, esperando encontrarles y poder cargarles el preciado líquido. Pues bien, iba yo quejándome por el calor y por la ausencia de monturas cuando  ella con su buen humor me dice: “mira Nuria, de todas maneras tenemos que ir al pozo, pues mas vale que vayamos alegres y con animo, y así lo pasamos mejor.”

De Mohammed: Estaba sentado delante de la tienda y quería seguir conversando. Al decirle que me iba a rezar, a conversar con Jesús, me contesta: Quédate Nuria, tu Jesús esta ahí (y se golpea el pecho), aquí le tienes, quédate. Para mi aquello fue como una revelación. El viejo Mohammed, con su gesto, me estaba recordando la dignidad de la persona, habitada por Dios. I me acordé de las palabras de Jesús en el Evangelio:”lo que hacéis  a uno de ellos, a mí me lo hacéis” Así que tranquilamente, seguimos hablando.

De Atino, que lo había perdido todo y estaba solo bajo el arbusto. Le digo: “Atino, lo siento  verdaderamente, no te queda nada y tu mujer se ha ido con tus hijos y la tienda, sin que lo hayamos podido evitar”. Su respuesta: “Nuria, la vida, aún me queda la vida. “ Sí, era cierto, Atino podía recomenzar”.

Cuando había gran sequía, la gente decía con firmeza: “nuestros antepasados, gracias a Dios, salieron adelante. Nosotros saldremos también de ésta”¡Que entereza y realismo!  .

Otro de los valores, quizás el más evidente es el de la hospitalidad: Viajando de noche llegamos a un campamento y nos dieron para cenar lo que se había preparado para ellos. ¿Les quedaría algo o tendrían que acostarse con el estómago vacío? Nunca lo supimos. Pero nosotros pudimos seguir el camino, reconfortados. Allá, el huésped es como el enviado de Dios y se le obsequia con lo mejor que se tiene, gratuitamente y sin calcular. Así he visto a una abuelita sacar como un tesoro, un pequeño queso, el único que tenía, i darlo. Otra, tenía una sola gallina. Pues bien, el huevo que ponía la gallina, iba al forastero o a los niños, raramente era para ella. ¿No os hace pensar en el óbolo de la viuda?

Yo siempre deseaba que se me pegara algo de esa humanidad de ellos, que incluso en la dificultad y la pobreza sabían conservar su ánimo y  buen humor,… Fui testigo también, de su constancia, paciencia, de su saber esperar, que contrastaba con nuestra precipitación e inmediatez occidental. Me sorprendían favorablemente su gran lealtad y honestidad, su dignidad., su capacidad de resistencia, su entereza en el saber durar… Viven con naturalidad el compartir, la provisionalidad, la gratuidad,… todos esos valores que aún encontramos en África, y que ojalá no se les estropeen nunca. Así son felices porque saben acoger la vida tal y como se presenta. Valoran  y se alegran de lo que tienen mas que lamentarse de lo que les falta. Para ellos todo es don, y viven agradecidos. Que contraste con nuestras exigencias, con  nuestro buscar la eficacia  sin que importen los medios!. Claro que yo me fui de allí, justo cuando llegaba la antena parabólica de T.V. Espero que no se hayan dejado contagiar por todo lo que aquí nos entristece: violencia, laxismo, pasotismo, consumismo, egoísmo, individualismo y otros “ismos”que por ahí abundan y nos van  deshumanizando, si no nos damos cuenta y no remamos contra corriente.

Me gustaba ir conociendo, no solo su cultura y sus valores, sino también su espiritualidad. Su fe me ayudaba a profundizar en la mía. Ya que habíamos venido por puro amor,  no teníamos expectativas de ninguna clase. No se trataba pues de convertirse de una religión a la otra, perdiendo lo característico de cada uno, sino de convertirnos juntos a Dios. De ofrecerle y ofrecernos unos a otros, lo que tenemos de mejor, y así seguir adelante, por nuestros caminos, distintos sí, pero que no nos separan, puesto  que convergen en el Único Dios. Cuanto mas me acerco de Dios, mas próximo estoy del hermano y cuanto mas próximo estoy del hermano mas lo estoy de Dios.

Creo de verdad que si El nos ha hecho diferentes, es para complementarnos, para ayudarnos en el camino hacia El. Nadie lo tiene todo, nadie posee la verdad, es mas bien la Verdad que nos posee ¿Por que pues, tanto miedo a la diferencia, si puede ser una maravilla?. Cierto, el camino del respeto y de la comprensión mutua, es un reto que solo se consigue si nos conocemos a fondo y nos aceptamos. Un mensaje de fraternidad seria: “mejor distinguir, para mejor unir”, es decir que difícilmente podemos ir al diálogo, sin estar enraizados en nuestras propias culturas, en nuestra propia fe. Solo, viviendo con vigor nuestras religiones, podremos aportarnos unos a otros.

Como veíamos, allí Dios es evidente, se palpa, se habla de El, se encuentra en todo. A nosotras, nos ven como mujeres de oración, que ofrecen a Dios su vida, completamente, en las tres dimensiones fundamentales, radicales de la persona:

El SER: Somos de Dios (identidad) y, a su llamada, lo dejamos todo, con alegría, por El. Somos relación. Relación no posesiva, reconciliada con todo. Castidad

El TENER, ponemos las cosas, los dineros, en común. Pobreza

El PODER: la autonomía de las propias decisiones, viene confirmada o corregida, por la comunidad. Discernimos y caminamos juntas, obedeciendo a Dios, en comunidad. Servir, es comunión. Obediencia.

Los tres votos son como una profesión de fe, escrita en la propia carne. Confesamos que Dios, es el Señor, el Único y que vale la pena, entregarle toda la vida por amor, es decir libremente, por que El se merece todo. Solo Dios basta, solo El es imprescindible. Con nuestra existencia, profesamos que Dios es el primero y que nos ama gratuitamente, incondicionalmente. El test de verificación que nosotros amamos a Dios, es el amor al hermano, hasta dar la vida.

Y no solo encontramos estos tres consejos, en el evangelio: pobreza, castidad y obediencia, sino que Jesús da muchos más:

   . Perdonad, amad a los enemigos.

   . Sed tan buenos como lo es el Padre.

   . Pedid y recibiréis, amad y se os abrirá.

   . Vigilar y rezad para no caer en tentación.

   . Sed prudentes como serpientes y sencillos como palomas.

   . No os preocupéis, a cada día es suficiente su pena: los pajarillos y los lirios.

   . No tengáis miedo…

   . Buscad primero el reino de Dios y su justicia y todo lo demás se os dará por añadidura.

   . Negarse a si mismo, que quiere decir cultivar la ALTERIDAD, renunciando al ego .

Todos estos consejos, incluidos los votos, son CONTRACULTURALES y en una sociedad como la nuestra, occidental, donde Dios no aparece sino oculto, eclipsado, esos consejos vienen a ser como una denuncia. Y es que no vivimos la REALIDAD, no la vivimos porque nos da miedo, sin embargo es lo único que existe, es lo que hay, es la verdad. Pero nosotros, ¿preferimos la mentira?¿Nos engañamos a nosotros mismos evadiéndonos, evitando o pasando de la realidad? Ateos y agnósticos pueden sernos una buena ayuda, al sacudirnos con sus criticas,- si es que nos dejamos cuestionar-. Ellos nos ayudan a salir del autoengaño, a sabernos poner en duda, nos ayudan a abrir los ojos, a ser mas verdaderos Quizás entonces, podamos llegar a ver el mundo con ojos nuevos, con la mirada de Dios. Un mundo en el cual:        

              REALIDAD = VERDAD = AMOR,   coinciden.

Por tanto yo diría que ciertamente nuestra vida implica denuncia y rechazo del mal, de la injusticia y de la mentira. Pero implica sobre todo:

.  Quitar miedos                                 .  Practicar la justicia

.  Infundir confianza                            .  Contagiar esperanza

.  Amar con ternura                             .  Derribar muros

Saber ofrecer perdón ilimitado y todo lo que puede crear FRATERNIDAD, por que sabemos que el mal y la violencia, la mentira y la muerte, no tienen la ultima palabra. Dice Gandhi: “Al final de la historia, triunfaran la verdad y el amor” y como el,  existen cantidad de místicos, de horizontes diversos, que han sido personas comprometidas, no evadidas de la realidad, sino mujeres y hombres, sumergidos en ella, personas que saben ir mas allá del sufrimiento, que lo atraviesan, que van con fortaleza y animo, por que tocan de pies en el suelo, por que bañan en la realidad. 

Nosotras, es desde la condición social de aquellos que no tienen ni nombre, ni influencia en el mundo, que vivimos la unión con Dios y la amistad con los demás. Es desde los que no cuentan, que vivimos el seguimiento de Jesús, desde Belén y Nazaret, hasta la Cruz. El que era de condición divina, descendió, se despojo, se vació, se hizo uno de tantos y pasó haciendo el bien. ¿Fue por ello que le condenaron a muerte en una cruz, como el más vil ¿Porque fue condenado Jesús? Joven aún, fue preso, torturado, condenado y asesinado ¿por que? porque con su lenguaje sapiencial y critico, se hizo insoportable a los poderes religioso, económico y político. Por su coherencia de vida, a favor de los excluidos, murió como tal. No como héroe ni salvador triunfante, sino  como escarmiento:”mas vale que uno muera, y no todo el pueblo” profetizó Anas y así fue como Jesús, Salvador de la humanidad, murió tal como había vivido, como uno de tantos. Con su muerte nos libera de la muerte y de todo mal, anunciándonos la resurrección, con la suya propia.

El hno Carlos, citando a Juan  de la Cruz, decía que “cuando se puede amar y sufrir, se puede mucho” y es que, en todo camino de vida autentica, se encuentra el dolor. Los preferidos de Jesús, no son los “cumplidores”, los perfectos, son los pobres los hambrientos, los compasivos, los perseguidos por la justicia, los corazones sencillos, los que reconocen sus debilidades. A todos ellos, les llama bienaventurados… Ya vemos pues, por donde va el camino de la verdadera felicidad…que propone Jesús a sus seguidores, en todo momento de la historia. Tantos mártires del principio, tantos santos y santas del medioevo: el poberello de Asís que, ciego, canta aún su alegría por las criaturas. Juan de la Cruz, que en la cárcel de Toledo, expresa su amor en poesía y libertad, Teresa de Jesús con su “Dios entre los pucheros”, Gandhi y Luther King, Oscar Romero y Ellacuria y compañía, asesinados por la causa de los oprimidos, y tantos otros mártires de nuestros tiempos, marginados, perseguidos, cruelmente asesinados. No sólo en ellos vemos a Jesús sino también, en cada vida que se pierde (en las cárceles, en la violencia domestica, en el tercer y cuarto mundo, en la contaminación, en la opresión de niños, mujeres, trabajadores e inmigrantes) en todas esas muertes, sentimos morir a Jesús. Son llamados bienaventurados, ¿por qué será? ¿No será porque los marginados, parecen ser los escogidos por Dios para continuar su misión.?

Volviendo a lo que valoro de mi experiencia entre los Tuareg, es que obligatoriamente, cuando se vive en el desierto, se toca la realidad de la existencia desde la pobreza, no digo miseria.. Es humanamente imposible vivir la miseria, es inhumana. Por eso  luchamos, pies y manos, todos juntos, para hacerla retroceder, trabajando contra la desertización, contra el analfabetismo, contra las enfermedades, creando trabajo con las diferentes cooperativas: artesanal, alimentaria, y ramadera. Todo ello ha creado comunidad humana, comunión entre nosotros, resultando buena convivencia para mayor justicia, mejor distribución de las ayudas recibidas q mas que ayuda son deudas que los países ricos contratan, al explotar, robar y neocolonizar a los países pobres. 

Nosotras no somos expertas en diálogos dogmáticos, pero si podemos hablar, del diálogo de la vida. Es el durar con ellos, en el respeto, lo que crea confianza. Es el convivir, el hacer con ellos, trabajando como ellos, esperar y rezar con ellos, lo que crea  comprensión y eso puede mucho. Si, la amistad y la paciencia lo pueden  todo.

Los que van allá  de viaje, para ampliar conocimientos, por interés de otras culturas, no pueden después, seguir viviendo de la misma manera ...Su estancia sería  como huella en la arena,  borrada por el primer tornado.

No hay, los que vienen a cambiar, por un lado, y los que cambian, por otro, no. Somos todos, los que cambiamos. La transformación es mutua. Juntos vamos evolucionando, madurando. Sumergidos en la Realidad, realizamos y podemos, con el Espíritu de Dios,   llegar a  hombres y mujeres nuevas, recreadas. “Es el ya del Reino, pero, todavía no”. Con su gracia, incluso de situaciones de muerte, puede salir  vida,  resurrección.

Lo que si es cierto es que ahí donde el amor se hace carne, se hace vida, ahí esta Dios. Es como María cuando va donde Isabel su prima; antes de hablar María sabe escuchar sabe callar. Es Isabel quien habla la primera, sintiendo que su prima María, con solo su presencia, hace saltar de gozo al niño que lleva en su seno. El encuentro, aun sin palabras, irradia gozo, gratitud, vida porque en él, hay amor, expresado en el saber ver la necesidad del otro, salir de casa, ponerse en camino, visitar, servir,… dar vida libremente.

Es, la memoria de todo esto, lo que me ayuda ahora, a vivir en Barcelona, en nuestro bonito barrio de Ciudad Meridiana, con gente venida de los cuatro puntos cardinales. Llegamos a casi el 30 % de inmigración. Reconozco que el hecho de pertenecer a una congregación internacional, donde mujeres de pueblos tan distintos nos queremos como hermanas, me ha preparado a esta situación actual de pluralidad y a menudo me siento puente o mediadora entre mis vecinos de bloque, sean marroquíes o ecuatorianos, rumanos o ganeanos, hondureños o nigerianos, chilenos o peruanos, gitanos, castellanos o aragoneses, extremeños o andaluces,  todos viviendo en Cataluña, tierra de acogida desde tiempos inmemoriales.

Permanecer juntos en medio de la noche, apoyándonos unos a otros. Es siempre la compasión, el sufrir con, lo que nos lleva a la luz, con la esperanza cierta de que, después de la noche, llega el alba.

Conclusión: “Serví  allá, durante años, que me parecieron días, por el gran amor que les profesé y que recibí  de ellos.” Aquí puedo hacer lo mismo y sigo sirviendo hasta que Dios quiera, caminando hacia  adelante y no olvidando aquello de: un paso más todavía: historia  de los burros, encontrados, gracias a un paso más.

El pozo de Kerbubu alrededor del cual nomadizamos, tiene, gracias al esfuerzo de todos, su dispensario, su escuela, su cooperativa artesanal. Todo ello le ha dado mucha vida al lugar y por lo que me escriben, Kerbubu es ya como un pueblo pequeño, con taxis que van y vienen de Agadez.

El pozo, sigue el mismo, con su agua ligeramente salada, acogiendo a los sedientos de VIDA que somos todos los humanos, sedientos de AMOR. Por algo Jesús, se hizo encontrar por la Samaritana, junto a un pozo y le pidió de beber ¿.No os parece? Por algo le dijo:”los verdaderos adoradores son los que adoran en ESPIRITU y en VERDAD” Por algo, en otra ocasión, dio como ejemplo de vida a un Samaritano, el único que supo ver la necesidad del otro. ¿Qué os parece?. ¿No será que difícilmente podríamos decir: “El Reino de Dios esta ahí, o esta allá?.. No, no os lo creáis”, dice Jesús, “el  Reino de Dios está, en medio de  vosotros.”

                                                                                      

                                                                                               Hermanita   Nuria de Jesús

Barcelona a 8 de abril de 2007