Hermanitas de Nazaret

Historia de dos bodas…

Leemos en nuestra regla de vida:”Nazaret te envía al desierto de la ciudad, a un pueblo, a un ambiente donde los extraños se vuelven amigos en nombre de Jesús.”

Realmente es verdad que los extraños se vuelven amigos en nombre de Jesús. Durante los meses pasados lo hemos podido experimentar en dos situaciones muy entrañables: Primero en la boda de Ester y Orlando y después en la boda de Hina y su marido.

En el mes de Noviembre pasado celebramos la boda de Ester y Orlando y el bautizo de su hija Laila.

Por medio de la preparación de la boda, de su compromiso matrimonial y del bautizo de su hija, vivimos de una manera particular e intensa el “sacramento de la amistad”

¿Hacerse amigo? ¿Cómo se hace?

La regla de vida nos da una pista: “Tu deseo de llegar a ser uno de ellos, de vivir como “levadura en la masa” te lleva por un camino largo y humilde que pasa por un acercamiento discreto y una acompañamiento respetuoso”

Conocimos a Ester y Orlando de El Salvador en la misa dominical, nos saludamos, hablábamos antes o después de la misa. Descubrimos que teníamos un conocido en común: un sacerdote belga que desde hace años vive y trabaja en El Salvador.

El nacimiento de su hija Laila y una visita a la casa- una habitación compartida- donde vivían- reforzaron los vínculos poco a poco.

Con el tiempo, llegamos s a conocer mejor su situación y su historia.

Siendo un niño de 4 años, Orlando resultó herido en la cabeza por un casco de granada que le provocó una lesión incurable. Su familia huyó a Honduras en donde vivieron algunos años en un campo de refugiados. Él lo llama: “una prisión al aire libre”. Después los repatriaron otra vez a El Salvador.

Allí se encontraron los pueblos y los campos quemados.

La esperanza a una vida mejor les trajo a España.

Los dos tienen papeles y trabajan algunas horas a la semana como chica de limpieza y auxiliar geriátrico, sin contrato.

Como muchos, han alquilado una habitación de una madre soltera con hija de Ecuador.

Hace algunos años se casaron por el civil. Querían casarse por la Iglesia y querían bautizar a Laila, pero en su cultura eso no puede hacerse sin una fiesta, con todo lo que eso conlleva: comprar ropa adecuada, flores, comida...etc.…etc…y no hay dinero.

El cura de nuestra parroquia quedó impresionado por su historia y su vida ya que es un hombre que entiende a la gente. Cuando se enteró de su situación empezó a buscar…

Al mediados de agosto llega a la fraternidad con un propósito: Quiere casar e Ester y Orlando y bautizar a la niña en una misa dominical de la parroquia. También organizó para después de la misa un pequeño piscolabis para todos los feligreses en los locales parroquiales.

¿Y el banquete para los familiares y amigos? ¿Se puede celebrar en la fraternidad? ¿Es posible?

Claro que si…nosotras tres estuvimos con el mismo entusiasme que él.

Pensábamos que cabían alrededor de 15 personas en nuestro comedor para los 15 invitados que los novios deseen elegir.

Todos: la parroquia, nosotras, la familia y los amigos nos pusimos manos a la obra. Las tareas se repartieron entre todos. Fue un gran gozo vivir la preparación.

A iniciativa propia vinieron los novios cada semana a la fraternidad para hacer las preparaciones y su compromiso religioso.

El 11 de noviembre era el gran día: “las bodas de Cana en y con la fraternidad de Sta. Coloma” A las 9 en punto llegaron para la preparación: decorar la Iglesia, vestirse, maquillarse, arreglarse el pelo…

La iglesia estaba preciosa con las flores, había un montón de gente y cantaron con alegría. Para la ocasión se tocó el pequeño órgano, cosa nunca se había hecho antes.

Los novios, radiantes, entraron solemnemente, acompañados por los sonidos de la marcha nupcial.

Fue muy emocionante: el novio, vestido don el traje prestado del cura, ella vestida con un vestido blanco sencillo y elegante, su hija en brazos y la niña de la señora con quien comparten piso hizo de damita de honor.

Vivíamos el evangelio en la realidad: a última hora faltaron a la comida 3 invitados. Pero no pasó nada: Otros 3 amigos cogieron sus plazas. Aunque no lo sabían nada de antemano, llevaron la ropa de fiesta!

Después del piscolabis se celebró el banquete en nuestra fraternidad. Todo estaba previsto: 2 mesas de fiesta, buena comida, postres, el pastel de boda, vino y cava…recuerditos…

Éramos 17 personas, y los 3 niños que había jugaron a gusto y se lo pasaron estupendamente en el dormitorio.

El cura se encargó del pastel, del vino y del cava, otra gente pagó la carne, y otros compartieron los gastos de una manera discreta.

Los novios y Laila recibieron regalos y al final del día los abrieron como niños felices.

Todo el mundo disfrutó y nosotras también.

La fidelidad y la amistad continúa: Ester dejó su ramo de novia en nuestra capilla: la pusimos a secar y en primavera iremos los novios, Laila y nosotras a ofrecerlo a la Moreneta en Montserrat

Como agradecimiento.

Será su viaje de luna de miel

***

Tuvimos otra boda, esta vez de origen pakistaní.

Ya hace años que Huma y Hina, dos mujeres pakistaníes, son amigas de la fraternidad.

Hicimos un camino de amistad con ellas aunque hay muchas cosas en su cultura que nos sorprenden y que veces no acabamos a entender.

En el compromiso y la boda de Hina, nos consideraron como su familia de verdad, y nos trataron así.

Dos semanas antes de la fiesta del compromiso, nos comunicaron que Hina, la pequeña de 23 años iba a casarse. Así, de repente. Era una boda arreglada por los padres, desde Pakistán.

Hina se casó con un pakistaní que también vive en España; él también es cristiano y tiene papeles y trabajo.

¡Fue en la fiesta del compromiso donde los novios se encontraron por primera vez!

Todos los invitados estaban convidados a untar las palmas de las manos de los novios con henna y de darles a comer algo dulce en la boca.

Quince días más tarde se celebró la boda. Nos sentíamos participantes de una cuenta de hadas del oriente. ¡Fue Formidable y bonito!

Estas dos bodas celebradas en y con la fraternidad nos confirman en nuestro camino de amistad.

Llevas en tu corazón el deseo ardiente de romper todo aislamiento estéril con el vigor de tu amor sin divisiones, de crear una nueva comunión, de vivir, aquí y ahora, la hermandad universal.” (Regla de vida)

Savine, Else, Paula