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Ángel Maya, de la Fraternidad Sacerdotal del Perú nos comparte sus vivencias por un accidente de autobús en el día de su cumpleaños:

Desde Perú

 

El pasado día 10 fue un cumpleaños redondo, de esos que son el final de una década y con esta van siete; ya no hay duda alguna que soy presbítero (anciano) en todos los sentidos de la palabra. Estuve fuera, en Limabamba, donde los teléfonos llegan tarde. Además parece que dejé mal colgado el teléfono de la parroquia y por eso daba comunicando. Aquí en el Perú se celebran los cumpleaños más que los santos.

Después de la misa y bautizos en Shucush volvimos, Nicolás y yo, a Mendoza. Eran más de las nueve de la noche. Vimos mucha gente en Michina a seis kilómetros de Mendoza; simplemente pensamos que sería alguna reunión. En Mariscal, un pueblo a tres kilómetros de Mendoza, también mucha gente y ya preguntamos; nos dicen que ha volcado el autobús Zelada y que hay por lo menos quince muertos.

La sorpresa y el dolor fueron grandes. Fuimos al Hospital y lo primero que encontramos fue que uno de los siete heridos acababa de fallecer. Los otros seis todos estaban conscientes, unos más graves y otros menos. Los atendí dándoles la unción de enfermos y los evacuaron a Chachapoyas. Ayer viernes falleció el chofer del autobús.

Del Hospital nos fuimos al lugar del accidente, a cinco minutos de Mariscal, era bien de noche y estaban sacando los cuerpos. El lugar muy difícil de llegar. Subió Nico y yo me quedé abajo. En total fueron 19 cuerpos, más el chofer.

Muchos venían a celebrar el día de la madre que aquí tiene más importancia familiar que la Navidad y alrededor del autobús había bombones, chocolate, regalos…

De distintos lugares de la provincia, algunos son varios de una misma familia, padre e hijo, dos hermanos, etc. Los cuerpos los dejaron en el cuartel de la policía. Impresionaba primero ver tantos cadáveres juntos y además que uno está acostumbrado a ver muertos en su cama o en el ataúd, pero verlos allí con su ropa que llevaban, como dormidos… Hacia las cuatro de la madrugada del viernes llegaron los ataúdes. Yo ofrecí la Iglesia para llevarlos y velarlos allí, pero la gente aquí está deseando de llevarse los cuerpos para su casa. El mismo viernes tuvimos un funeral por todos los difuntos, aunque en la iglesia sólo estaban dos cuerpos. Entre los muertos había dos muchachas y un joven de Lima, enfermeros recién graduados, que venían a hacer lo que llaman el SERUM, o sea un servicio voluntario de enfermería.

Entre el sábado y domingo fueran los entierros.

El drama para muchas familias es tremendo: han muerto padres de familia con niños pequeños, uno con cuatro hijos; otro con dos más la mujer embarazada; mujeres embarazadas; padre e hijo; hermanos… En fin que tenemos que orar para que el Señor recomponga lo que la imprudencia ha descompuesto.

Saludos a todos y un abrazo

Ángel MAYA, fraternidad sacerdotal. Mendoza, Perú, 17 mayo 2012