CÓMO VIVIMOS LA FE CON LOS INMIGRANTES

Desde la Hoja Informativa me han invitado a que escribiera acerca de la convivencia que tenemos con inmigrantes bolivianos, de la que ya empezamos el cuarto año, y nos propone esta pregunta :

¿“además de la acogida, cómo vivís la fe con ellos”?

Para nosotros es imposible saber cuándo termina la acogida y cuándo empieza la vivencia de la fe. ¡Es tan fuerte todo cuanto estamos viviendo con ellos! Lo primero que nos llama la atención es la confianza y abandono que tienen en el Dios que ha creado la naturaleza y a las personas como parte de ella, de modo que no puede olvidarse de su creación. Él es su única esperanza en esta aventura de la inmigración, que les trae a ser tenidos por nada, a vivir en los límites. Esta realidad nos invita a “descalzarnos pues Dios está ahí antes que nosotros llegásemos”.

Despierta dentro de mi, esa presencia de un Padre o Madre, que sostiene nuestra existencia diaria. Empezamos a vivir por ambas partes, ellos y nosotros, en este ambiente de fe, de ilusiones, para afrontar tantísimos problemas que se les presenta, como dicen ellos, porque “no nos queda otra”. A través de los hechos de sus vidas, tan duros y tan inseguros que hasta ahora les ha tocado vivir tanto en Bolivia, como ahorita en España, donde se mezclan las tristezas y las alegrías, procuramos acompañarles.

- Cuando falleció V., cada uno aportó lo que pudo, para ayudarle a que pudiera realizar el sueño que le hizo inmigrar a Málaga: conseguir plata para construir otro cuarto en el terreno donde vivía con su marido y cuatro hijos (el mediano discapacitado), su mamá, su hermana y 2 hijos de esta, toditos en una habitación de 4 metros por tres; y ayudar a la curación de su hijo. Había venido hacía 4 meses buscando trabajo.

- La alegría de la fiesta cuando J. se bautizó. Fue una fiesta compartida tanto la ceremonia, como la comida con aportaciones de todos, hubo tarta y baile. Los niños lo pasaron en grande con su piñata.

- El día de la Mamá Boliviana, una fiesta muy linda. La fiesta la construyen las personas con ganas de compartir y como eso no falta, pues adelante.

- El día de la Virgen de Curcupiña, en la que se integran todas las zonas.

- El gozo cuando le llega a alguno/a “los papeles”

- Compartir las incertidumbres, falta de trabajo, esos días de espera a ser llamados a un trabajo que no llega, búsqueda de vivienda, cuando los para la policía o los encierran, de jornales que no les pagan o por debajo de lo acordado, la deportación de alguno, impotencia, cansancio, depresiones… y siempre la confianza que tienen en que “saldremos de esta, pues Diosito no nos puede dejar”.

No son rezadores ni de Misas, pero viven esa presencia y dan gracias (nos han enseñado a dar gracias), porque todo es don para ellos, ya que nada tienen y todo lo esperan.

Procuramos ver entre todos, que más importante que el dinero, “la plata”, que han venido a ganar, es saber vivir como hermanos, ayudarnos unos a otros a buscar casa o trabajo generosamente. No siempre se consigue de todos… pero por este camino andamos acompañándonos.

La fe la tienen en sus entrañas. Nuestras manifestaciones en ceremonias, ritos, les parece falta de vida. Ellos expresan su fe celebrándolo todo : la vida, la salud, el poder reunirse al menos una tarde a la semana en el salón, comer a su estilo, conversar, sentirse entre iguales, poder hablar en quechua, rezar juntos, dar gracias, bailar, coger fuerzas para la semana.

Nuestra pena es que las parroquias no abren sus puertas (en Málaga sólo 4 de ellas están disponibles). La pastoral que promueve Caritas Diocesana o se limita a la asistencia social o a querer que vayan a “Misa” o a catequesis, más preocupados por la sacramentalizar que por cuidar y hacer crecer esos valores religiosos innatos, descubrirle que en esos sentimientos se basa el Evangelio. Que no les obliga a dejar sus tradiciones sino a revalorizarlas.

Para comunicarnos con este grupo de bolivianos nos ha servido la intuición del Hno. Carlos, su actitud misionera de “abrir las puertas“ estar, acompañar, servir, orar, hacerse amigo, llorar o reír juntos, compartir lo que tenemos. Valoramos esta manera de vivir, pues nos ayuda a abrirnos, a dialogar con mucha paciencia con todos ellos ya que pertenecen a otras culturas y religiones diferentes. Nos están ayudando a entender aquello de “gritar el Evangelio con la vida “.(Ver Boletín Jesús Cáritas 6/2000, pág. 25 y ss)

Mª Paz (Fraternidad de Málaga)