PRESENTACIÓN

El pasado mes de junio nos dejó M. Amparo. Un poco nos ha costado escribir estas páginas, pero si M. Amparo viviera nos diría que forma parte de lo que es normal entre nosotros. Con esto no queremos decir que somos unos ‘viva la virgen’ y que no pensamos en ella, todo lo contrario.

Hablar de M. Amparo es también hablar de Antonio, así empezó Juan Alfonso la homilía de la misa que se ofreció en la parroquia cuando ella murió. Y es verdad, resulta difícil hablar de M. Amparo sin hablar de Antonio, porque ellos no son/eran dos sino uno. Jamás cuando hemos tenido que comunicarnos con ellos, siempre hemos dicho: “vamos a casa... vamos a ver... a Antonio y M. Amparo.

Las páginas que siguen a continuación nos relatan tres vivencias de sentimientos y de vida.

Desde Requijada se nos pidió que como Fraternidad escribiéramos un testimonio sobre M. Amparo i así, ahora, en esta Hoja Informativa la plasmamos. No por ello deciros que ya lo teníamos pensado; queríamos hacer una breve reseña sobre ella, pero las circunstancias han hecho que ocupemos más espacio y pensamos que vale la pena. El primer testimonio es de la propia M. Amparo, lo escribió en diciembre de 2002 como testimonio de los 25 años que ellos ya pertenecían a la Fraternidad Secular; el segundo es un testimonio de Ximo García Roca que, con él, pensamos que puede resumir la vida de M. Amparo en los otros compromisos en los que ella también estaba presente i, por último, el testimonio de Amparo Moreno que, con él, nos hace sentir la presencia y la vivencia de M. Amparo.

También damos las gracias a Antonio por su testimonio, por su comunicar día a día, por su familia que lo apoya y lo mima. Gracias a ella ahora y desde hace ya algún tiempo Antonio, como todos los que pudisteis observar en Requijada y, nosotros desde aquí, y con nuestro acompañamiento vemos que su vida sigue siendo la del compromiso, la del servicio y la del testimonio.

Fraternidad Secular de Valencia noviembre 2010

También, completamos esta Hoja Informativa con los escritos de Requijada de este verano.

 

A PROPÓSITO DE LOS 25 AÑOS DE LA FRATERNIDAD SECULAR DE VALENCIA

Estamos recordando nuestro comienzo en la Fraternidad y los “hermanos” nos dicen, “¿Porqué no nos lo contáis por escrito?”.

Bien, hay que recordar que el día 10 o 12 de Agosto de 1977, en el Retiro Nacional de Bañolas, un pequeño grupo de las personas que iniciamos el comienzo de conocer a la Fraternidad Secular de Carlos de Foucauld, en la Ermita de los Ángeles de Gerona, decidimos pedir el ingreso en las Fraternidades Seculares de España, como Fraternidad de Valencia. Y desde entonces andamos en ello.

Nacimos veintitantos y seguimos veintitantos, pero no todos somos aquéllos. La Fraternidad menguó por diversos motivos y sin llegar a sentir el vacío de algunos volvimos a crecer. Hoy seguimos casi treinta.

El Señor nos quiere mucho y el Hermano Carlos de Foucauld intercede por nosotros para que el grupo continúe.

Nos queremos, nos aceptamos, nos interpelamos, nos perdonamos y especialmente nuestro objetivo más importante es seguir a Jesús, porque, aunque pobres pecadores, sentimos la fuerza del Espíritu que nos hace seguir con esperanza el camino del Evangelio.

Somos una Fraternidad inquieta y vigorosa que no se duerme. Nos sabemos pequeños y torpes, pero en nuestras vidas, la ayuda del hermano y la misericordia de Dios, especialmente, nos levanta y proseguimos el camino.

La apertura hacia los demás a veces, parece que nos disgrega de nuestro caminar juntos, pero la realidad nos demuestra que nos enriquece. Las dificultades y problemas que surgen a cada uno de nosotros son motivo de unión, para rezar, para ayudar, para discernir....

También somos un poco “Viva la Virgen”, a veces pasamos de “normas”, aunque  cada vez menos; nuestra integración en la Fraternidad Nacional cuesta de asimilar, la formación y conocimiento de los escritos del Hermano Carlos nos resultan, a veces, pesados de leer, pero poco a poco, casi todos nos vamos introduciendo en ellos.

Y así al cumplir este verano pasado las bodas de Plata nos encontramos preparando la Navidad y viviendo el Adviento con esperanza.

Hemos de recordar, en esta pequeña y pobre pincelada de la Fraternidad, a Juan Alfonso que desde el principio estuvo con nosotros, a Eutiquio… ¡Cómo ha trabajado y trabaja por la Fraternidad!, el hermano por antonomasia. A Pepe Vidal que nos ha metido la curiosidad y el deseo de conocer a Jesús en Profundidad. Y ahora a Herminio, Sacerdote Operario Diocesanos amigo de Eutiquio y antiguo profesor de Luís Compte, y que desde principio de curso nos acompaña.

No puedo dejar de citar en este recuerdo de nuestros 25 años, a Mª Paz, los Izquierdo, Pepe y Rosa, Josep e Isabel, los Cositos, Isa y Nolo,... que ya no pertenecen a la Fraternidad, pero que seguimos viéndonos y queriéndonos. Y a Encarnita que todos llevamos en el corazón y que durante su enfermedad tan gran testimonio de amor y fuerza nos dio apoyada por Carlos.

Para todos fue triste y dolorosa su muerte. Pero notamos que sigue con nosotros en Carlos, hombre fuerte y amoroso de la Fraternidad.

MARIA AMPARO ALMENAR

Diciembre’2002

 

RECUERDO

Querida familia, amigas y amigos de M. Amparo

Creo que a M. Amparo le gustaría vernos de este modo sentados en círculo, procurando por una sociedad mejor, entregándonos el ánimo y despertando todos los potenciales para seguir adelante. Y hacerlo compartiendo el pan y la palabra, el vino y la salud. Ella misma ha sido una convocatoria permanente de amigos, alguien que lo convertía todo en cercano y familiar.

Estoy convencido que así quiere ser recordada. Lo que ella no pudo sospechar es que un día sería su ausencia lo que haría tambalear nuestras resistencias: por su ausencia todos nos hemos sentido golpeados pero hoy queremos también que por su causa podamos caminar esperanzadamente.

Hace unos días nos reunimos para celebrar el postrer de M. Amparo hacia el interior de Dios, que es misterio y acogida; lo vivimos como una ausencia, como una herida que todavía no ha cicatrizado: sólo la vida, que tiene vocación de continuidad, podrá cicatrizar la herida.

Hoy queremos celebrar aquello que nos dejó de sagrado, que vimos de definitivo, aquello que tiene futuro, aquellas huellas que construyó entre nosotros y que nunca se borran. Vivir cristianamente consiste en recrear los rasgos de vida que vimos en Jesús de Nazaret.

Sus rastros y sus huellas nos llevan a poner en valor el acogimiento, la esperanza y el silencio que siempre practicó, el silencio que a veces padeció y la esperanza que nunca abandonó.

En primer lugar, mujer de acogida. M. Amparo nos regaló la prueba mayor de la presencia de Dios en el mundo que consiste en experimentar que alguien nos cuida, alguien nos conduce, alguien nos salva de nuestras soledades; esa fue para nosotros M. Amparo y por eso su despedida nos deja a todos huérfanos.

Ella cultivó siempre la ilusión de acoger a los humildes, a los empobrecidos, a los frágiles. Fue siempre tutora de acogida. Los huérfanos sabían donde encontrarla, las vidas desahuciadas sabían donde reconstruirse, se prodigó a manos llenas y ejercicio la noble tarea que el profeta Óseas le atribuye a Dios: la madre que lleva de la mano a sus pequeños, les enseña a andar y procura con sus caricias que se sostengan en pie. Dios es mi pastor.

Mujer de esperanza. Fue también tutora de esperanza: nunca ha perdido la esperanza de que las cosas podían ir mejor, que podíamos remover un poco la desesperanza y la soledad.

Ella ha pertenecido a esa raza de seres humanos que han entendido que todo se nos da para ser entregado. Que la vida que no se regala, se pudre. En torno a ella, la vida se multiplica y el esfuerzo se hacía soportable. La esperanza se construye con y desde los últimos de la Tierra.

Acercarse a ella era experimentar un entorno positivo de vida, un contexto que habilitaba para salir adelante. Poseía una peculiar habilidad para hacer que el porvenir se hiciera cercano, que el cansancio se convirtiera en energía, que la caída se convirtiera en vuelo. El cansancio junto a ella era imposible; la recordamos construyendo la esperanza de menores, acercándose a los hogares infantiles, apoyando a jóvenes del Perú, venidos de lejos, buscando con Antonio caminos para su realización personal y tantos episodios que han convertido su encuentro con Dios simplemente en un diálogo con todos los rostros que le han acompañado.

En tercer lugar, mujer de silencios sonoros. No le recuerdo grandes disertaciones ni debates enconados; nos bastaba a todos su mirada cordial y su gesto. Sufrió como testigo del Evangelio el olvido oficial de los pobres, las inercias de la Iglesia, las mediocridades de todos nosotros; pero nunca nos juzgó sino que las padeció en un silencio productivo.

Su familia, su comunidad y sus amigos sabemos que Amparo emprendió un viaje hacia Dios con un gran patrimonio de generosidad y de acogida, de esperanza y de silencios. Se ha ido a recoger su cosecha, a encender su lámpara, a repartir su pan. Y si un día nos preguntamos dónde está Dios, decidle que está en el sitio menos pensado, en la solidaridad con los últimos, en los constructores de la paces, en los tutores de una gran esperanza en un futuro mejor, está en nuestro corazón. Está más cerca que nunca.

Ximo García Roca

 

TESTIMONIO

Querida Amparo: me cuesta creer que ya no estás aquí, con nosotros. Seguramente es porque si que estás. Antonio decía hace unos días que él habla contigo y te cuenta todo, como siempre.

He empezado a escribir hablando de ti en tercera persona y no me encontraba a gusto, así que he probado a dirigirme sencillamente a ti y me resulta más natural, porque te sigo viendo viva, hablando, andando, sonriendo, o enfadada, pero siempre auténtica, sin doblez y sobre todo cercana e interesada por las personas.

Voy a recordar contigo algunos momentos que hemos compartido, solo algunos, el conjunto de mis vivencias contigo es demasiado para plasmarlo en unas líneas y no me veo con fuerzas.

Mis primeros encuentros con vosotros (para mí siempre seréis Antonio y Amparo, así sin espacios) fueron ocasionales, cuando con el coche llevaba o recogía a Poncho de vuestras reuniones. Luego me acerqué tímidamente a alguna celebración, hasta que al cabo de un tiempo decidí formar parte de esa Fraternidad que habías puesto en marcha aquí en Valencia.

Siempre estuvisteis afables y cariñosos conmigo, exactamente igual antes que después de pertenecer a la Fraternidad. No noté ninguna diferencia y es esa actitud permanente de acogida sincera, no forzada, lo que desde un principio me llamó la atención de vosotros y me ha admirado siempre. Por eso no es de extrañar que pasados los años os llamáramos los Patriarcas, no por vuestra importante contribución en la creación de la Fraternidad, sino por vuestro permanente interés por todos y cada uno de los miembros de la misma. Dada mi poca afición a hacer visitas y llamadas telefónicas, esa actitud vuestra siempre me ha encantado y me ha dado tranquilidad, porque esas llamadas o visitas que yo no hacía, las hacías vosotros y yo estaba contenta de que la Fraternidad a la que yo pertenecía llevara a cabo esa función, gracias a vosotros, …“menos mal que están los Paes.”

Recuerdo el viaje con vosotros y vuestros hijos, incluido el Titi, al encuentro europeo en Barcelona, en tiendas de campaña. Creo que éramos los únicos de Valencia. Estuve pocos días porque mi madre enfermó y tuve que volverme rápidamente. Me sentí una más de vuestra familia. Me sentí acompañada en mi viaje de vuelta.

Desde que empezamos a ir a Benigánim para las celebraciones de la Fraternidad siempre has sido pieza fundamental en la organización y puesta a punto de la casa. Sin ti no hubieran podido salir bien, eras mi hermana mayor que me orientaba con su experiencia y me ayudaba con su diligencia. No sabes lo mucho que aprendí de ti en esas convivencias. Pepo comentaba a veces, que los primeros años siempre nos encontraba a ti y a mí en la cocina, cocinando o fregando. Menos mal que nos sirvió para organizarnos mejor luego.

Me admiró la serenidad con que afrontasteis situaciones de enorme gravedad, como el atropello de Nacho o el problema de José Maria en Marruecos. Momentos de mucho sufrimiento en los que no perdisteis el ánimo ni la esperanza. Dos veranos que no se olvidan.

Otros veranos tampoco los olvidaré, en Frama, en Odaritz, en Asturias, en La Pobla de Lillet, cuando pasamos juntos las vacaciones.

Hay espacios nuestros, en los que no entraba Antonio. Nuestras confidencias y conversaciones personales durante los retiros, encuentros y reuniones. Nuestra juerga en  algunas fiestas, alentadas por el contraste con la seriedad de Antonio, que no entendía las tonterías que hacíamos y parecía una estatua. El fin de semana que fuimos Lola, tu y yo a una reunión en Madrid, sobre Kairos, en realidad fue la excusa para pasar unos días las tres juntas, hablando, reflexionando, acercándonos, conociéndonos, confiando mas unas con otras.

Revivimos ese encuentro con nuestras meriendas en Chocolates Valor, cerca de tu casa, una vez al año por lo menos. Este año no.

Durante unos años trabajamos juntas en la Consellería de Bienestar Social, en el Centro Base ¿recuerdas?, tú en menores, yo en discapacitados. Lo del trabajo con menores siempre ha sido tu vocación. Empezaste como voluntaria en Noves Llars, aquellas viviendas para menores en situación de exclusión. Era al principio, cuando yo no te conocía casi. Sabía que venías muchos días a Paterna, a una tienda de muebles que había cerca de mi casa y que desde la asociación habíais montado, para apoyo al programa. También tuvisteis menores acogidos en vuestra casa, el Titi y varios hermanos de una misma familia, a quienes criasteis como hijos.

Tu entrada como trabajadora en la Conselleria fue más tarde, cuando tus hijos ya eran mayores. Estabas a gusto, te encantaba tu trabajo. Entonces Antonio se jubiló. Tú no tenías bastantes años de cotización para una futura jubilación, pero lo tuviste muy claro. No lo dudaste, Antonio iba a tener tiempo disponible y tú lo querías compartir con él y eso era lo importante en tu vida. Creo que nunca te arrepentiste de tu decisión y siempre disfrutaste este tiempo con Antonio.

Ya hace años que es una delicia entrar en vuestra casa y ver las fotos de vuestra gran familia, hijos y nietos todos juntos. Antonio siempre ha hecho muy buenas fotos. No tiene tan buena mano para conducir. Tú siempre te metías con él durante los viajes. Luego te disculpabas, yo siempre te decía que no era necesario, que tenías razón.

Vuestras Bodas de Oro, con familiares y amigos, fue una fiesta entrañable. Estabas muy guapa y contenta. Creo que todos disfrutamos mucho. Os lo merecíais.

Si siempre me ha admirado tu forma de ir por la vida, la forma de despedirte de ella lo ha superado. Viviste como una gran mujer y te has ido como una gran señora. Tu capacidad para aceptar la enfermedad y tu serenidad para decidir cómo te querías despedir de este mundo no es algo fácil de comprender, pero tú lo has hecho como si fuera lo más natural del mundo. Y es que posiblemente para ti, los sufrimientos, las cosas difíciles, así como las alegrías y cosas buenas de la vida han sido partes necesarias de un todo, de una vida vivida siempre con una gran fe, confianza y amor a Dios. De ahí la fuerza que has vivido y transmitido siempre a tu alrededor. Aun ahora.

Te quiero. Amparo.

Amparo Moreno