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RETIRO DE VERANO 2012
FRATERNIDAD SECULAR CARLOS DE FOUCAULD
Requijada, 17-22 de agosto de 2012
1ª PONENCIA DE MANUEL VELÁSQUEZ
Dios nos llama, nos cuestiona, nos interpela... A través de los acontecimientos del mundo y de nuestra vida
1 – Un Dios escondido
El Dios al que buscamos está siempre presente “misteriosamente presente” en nuestra vida y en nuestra historia.
Dios no es un añadido, ni “un pegote”… es la profundidad de todo.
Y se nos da a conocer siempre como un Dios que:
- nos llama,
- nos cuestiona,
- nos interpela…
a través de mediaciones…
Y digo que Dios se hace “misteriosamente” presente, porque es tan respetuoso con la libertad humana que no ha querido ser evidente. Al contrario, su presencia no se impone nunca a nadie. Es una presencia oculta y discreta.
Pero, sin embargo a la vez, es perceptible para quien, en el silencio de su corazón, se abre a la realidad de su presencia.
Así nos lo confirma la experiencia del pueblo de Israel: “En verdad tu eres un Dios escondido” (Is. 45, 15)
Por eso hay que buscarlo para poderlo encontrar… conscientes de que es una presencia, ciertamente misteriosa, pero verdadera y segura: “No te he dicho yo: buscadme en el vacío, donde no hay nada. Yo soy un Dios cuya Palabra es verdadera y cuya predicción es segura” (Is. 45,19)
Tampoco es una realidad misteriosa en el sentido de “esotérica” o inalcanzable, sino en el sentido que nos dice san Pablo de: “Misterio escondido de Dios que se revela en Cristo” y que por consiguiente se encuentra al alcance de todos los que le buscan con sincero corazón, pero sobre todo, de los pequeños y de los sencillos: “Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a los sabios y entendidos y se los has revelado a la gente sencilla”.
A Dios solo lo encuentran los que lo buscan. A Dios solo lo suele ver la gente limpia de corazón (Mt. 6, 8) la gente que sabe mirar no con una mirada fría, superficial o indiferente… sino con una mirada cálida y llena de amor.
2 – Nuestro Dios se ha manifestado siempre en la Historia como plenitud de vida y salvación
Conocer a Dios no es tener cultura religiosa… para satisfacer nuestras curiosidades sobre la naturaleza de Dios.
Hay gente que tiene la idea de que conocer a Dios consiste en “saber cosas” de El… Pero no se trata de eso… Dios no nos dice cosas… Dios se dice a sí mismo.
Se trata de experimentarlo como plenitud de vida y de amor… como un Dios que actúa en favor nuestro para liberarnos de todo lo que nos ata, nos oprime o nos limita.
Todo el que tiene una experiencia profunda de Dios lo percibe como comunicación y oferta de vida: “He venido para que tengan vida y la tengan en abundancia”
Por eso dice San Pablo que el hombre experimenta a Dios siempre como:
- “amor que libera” y
- “bondad que salva” (Tit. 2, 11)
Dios no se dirige solo a nuestra inteligencia para que sepamos cosas de Él, sino a todo nuestro ser, a toda nuestra persona capacitándonos para:
- que iniciemos una vida nueva:
- como hijos
- como hermanos
que son las dos dimensiones fundamentales de nuestra vida que debemos desarrollar.
- que le demos un vuelco a las realidades humanas y transformemos la Historia según su voluntad, abriendo caminos de fraternidad, justicia y paz.
3 – Todo acontecimiento humano es un lugar de cita y de posible encuentro con Dios
No existe ningún acontecimiento humano que sea neutro o ajeno a la presencia y a la llamada de Dios.
De modo que, si estamos atentos y despiertos, tendremos la oportunidad de encontrarnos con Dios que nos llama a través de todo lo que ocurre a nuestro alrededor, de todos los acontecimientos y situaciones de nuestra vida… y desde ahí, nos hace dos preguntas fundamentales:
- “¿Dónde estás?”
- “¿Dónde está tu hermano?”
Estas son las dos preguntas clave que Dios nos hace a todos y a todas.
Están recogidas en las primeras páginas del libro del Génesis, donde queda constancia de las respuestas negativas que todos solemos dar.
Ante la pregunta de dónde estamos situados, ante una realidad concreta, a veces nos vemos tan descolocados como Adán y nos da miedo dar la cara y ni siquiera respondemos, limitándonos a huir avergonzados de nosotros mismos…
Y ante la pregunta de dónde está nuestro hermano, a veces, como Caín nos desentendemos y eludimos cualquier responsabilidad diciendo que nosotros no nos consideramos guardianes de los demás.
4 – Carácter sacramental de la realidad
De lo dicho anteriormente se deduce que, para un cristiano, la realidad entera y, de una manera especial, los acontecimientos más cercanos de nuestra vida diaria, adquieren para nosotros, un carácter sacramental.
Lo cual quiere decir que no existe ningún acontecimiento de nuestra vida en el que no se ponga en juego dos cosas fundamentales:
- El ofrecimiento de el amor, la salvación y la vida por parte de Dios
- La posibilidad de acogida o rechazo por parte nuestra
5 – Dios ha manifestado su presencia salvadora a través de la Historia
En la Biblia se nos narran unos acontecimientos que llamamos “Historia de Salvación” y son unos acontecimientos que forman parte de la historia humana, pero en cuya trama Dios ha ido manifestando su presencia salvadora.
Por lo cual, se han convertido en:
- Revelación de Dios. Palabra de Dios expresada en nuestras palabras humanas.
- Clave y criterio para aprender a reconocer esa misma presencia de Dios en todos los demás acontecimientos de nuestra Historia.
Dios aparece así, empujando, desde atrás y desde dentro, todos los procesos de liberación, según se relata en la experiencia del Pueblo de Israel.
6 – Dios nos llama para que colaboremos con Él en su proyecto liberador: El libro del Éxodo
Hay un acontecimiento que se nos presenta en la Biblia como “paradigmático” (que sirve para entender todos los demás)
De hecho, en la Biblia se recurre permanentemente a él para comprender e interpretar otros acontecimientos del Antiguo y Nuevo Testamente y de nuestra propia vida.
Vamos a ver los distintos pasos que se encuentran sobre todo a partir de los capítulos 3 y 4 del mencionado Libro del Éxodo:
crudeza…y hace un juicio valiente de las responsabilidades humanas de estos hechos. Su Palabra “es viva, eficaz y más cortante que espada de doble filo”. “Penetra desde las fronteras del alma y del espíritu…escruta los sentimientos y pensamientos del corazón”. “No hay para ella criatura invisible; todo está desnudo y patente a los ojos de Aquel a quien hemos de dar cuenta”. (Hebr. 4, 12 – 13)- Dios sale a nuestro encuentro y nos llama de una manera clara y personal
Dios nos llama por nuestro nombre: “Moisés, Moisés” (Conviene decir que este Moisés al que Dios llama, a pesar de que había crecido alejado de su pueblo, conservaba dentro de si un interés por la suerte de los suyos… que ya eso era una llamada de Dios).
“Cuando fue mayor fue a visitar a sus hermanos y comprobó sus penosos trabajos; vio también como un egipcio golpeaba a un hebreo” (Ex. 2, 11)
Sin embargo, después de una primera reacción de solidaridad, se dejó llevar por el miedo y huyó (Ex. 2, 15). Y, desde entonces, Moisés tenía un fuego dentro que no le dejaba vivir… y le quemaba por dentro, sin consumirse. (Ese fuego - zarza ardiente - es la presencia de Dios que le llama de una forma clara y personal)
- Pone delante de nuestros ojos la situación de opresión que está viviendo el pueblo
Esto es tan importante, que es lo que condiciona la forma en que Dios se presenta a si mismo y le habla a Moisés.
Dios se identifica tanto con la situación que vive el pueblo, que fuera de ella, no se le puede entender.
Y esto ¿por qué? … Porque Dios se define a si mismo como el que “ha visto”, “ha escuchado”, “conoce” la opresión y la aflicción en que vive el pueblo. (Ex. 3, 7)
Y esta compasión y solicitud con el pueblo que sufre la injusticia es precisamente lo que le identifica como Dios verdadero frente a los falsos dioses que ni ven, ni oyen, ni salvan: “Tienen ojos y no ven, tienen oídos y no oyen” (Salmo 115, 5-6)
Esa es la diferencia esencial: Yavé ve, oye y libera. Los dioses falsos no tiene ojos para ver, ni oídos para oír y no pueden salvar..
Y lo mismo le ocurre a los servidores de Dios:
- Los que conocen a Yavé se les abren los ojos y los oídos para ver como Él ve y oír como Él oye.
- Los que sirven a los dioses falsos: “Nada ven, nada saben y por eso quedarán abochornados” (Is. 44, 9)
Jesús en el evangelio hace lo mismo: Hay un texto en el que aparece un hombre sordo y mudo, es decir, encerrado en si mismo ya que tiene las dos principales vías de comunicación bloqueadas sin poder percibir llamadas, ni dar respuestas… y Jesús le abre los oídos y le suelta la lengua diciendo en arameo: ·”¡efetá!” (¡ábrete! )… Lo mismo hace con los ciegos, a los que les abre los ojos haciendo barro con su propia saliva.
- Su presencia se manifiesta con unas características muy especiales
Su presencia es:
- cercana y compasiva,
- atenta a las situaciones históricas de injusticia y marginación por las que pasa el pueblo que Dios ama,
- que se implica de tal forma que su amor gratuito convierte a aquellas pobres tribus esclavizadas de un pequeño rincón del mundo en “mi pueblo”
- no es neutral, ni encubridora ya que su Palabra pone de manifiesto la verdad de las situaciones, que quedan descritas con toda
- suscita y crea situaciones nuevas. Lo mismo que por su Palabra creadora fueron surgiendo a la existencia todas las criaturas… Ahora puede hacer nuevas todas las cosas. El llama a personas para que se impliquen y luchen para cambiar las cosas: “Yo te envío para que saques a mi pueblo” (Ex. 3, 10 – 12)
- sin violentar, ni suplantar las responsabilidades humanas.
En resumen, podemos decir, que en este relato se nos da a conocer la forma en que Dios actúa y se revela en la historia humana:
- Cómo Dios sale a nuestro encuentro y nos llama para que prestemos atención a las situaciones que estamos viviendo. Para que veamos, oigamos y conozcamos la realidad de nuestra vida, tal como Dios la ve y la conoce.
- Cómo nos invita a que juzguemos esas situaciones a la luz de su Palabra.
- Cómo nos impulsa a movernos, a luchar y trabajar para cambiar la realidad y a construir un pueblo de hombres y de mujeres libres y hermanos.
7 – Las verdaderas cegueras no tienen su origen en los ojos sino en el corazón
Hemos visto como Dios llama a Moisés y como nos llama a nosotros para que prestemos atención a las situaciones que está viviendo el pueblo: para que oigamos, para que veamos, para que conozcamos…
Pero no se trata de un conocimiento frío e intelectual, sino de un conocimiento afectuoso ( el del que ama y se implica).
Por eso decimos que las verdaderas cegueras tienen su origen en el corazón (entendido en el sentido bíblico de centro de la persona)
Cuando el corazón es rebelde o se endurece y se encallece por el egoísmo y la ambición, se vuelve insensible y cierra todas las puertas y ventanas por donde podría llegar la llamada de Dios y del hermano:
- nos cierra los oídos y nos hace sordos,
- nos cierra los ojos y nos hace ciegos.
“Este pueblo tiene ojos y no ve, tiene oídos y no oye” (Jr. 5, 21)
¿Por qué? “Porque es duro y rebelde de corazón”(Jr. 5, 23).
También Jesús usa expresiones parecidas en el evangelio: “Por más que miran no ven, por más que oyen, no entienden” (Mc. 8, 18)
Por eso es muy importante que le pidamos a Dios que nos preste sus ojos para ver las cosas y los acontecimientos que estamos viviendo como El los ve.
No con una mirada fría, superficial, indiferente… sino con una mirada contemplativa, calida y llena de amor… ya que el terreno que estamos pisando, el de la injusticia y el sufrimiento humano, es un terreno sagrado.
8 – Jesús puede abrir nuestros ojos para que podamos ver en medio de nuestra noche
En el evangelio de San Juan aparece, desde el prólogo, hasta el final, una confrontación entre:
- la luz (que es Jesús)
- la tiniebla (que es el sistema social y religioso judío y cualquier otro sistema o ideología que impida la vida y el crecimiento humano).
En el relato de (Jn. 9, 1 -14) aparece un ciego de nacimiento es decir, que ha vivido en un ambiente donde la influencia de esta ideología y de este sistema de vida ha sido tan fuerte que, a este hombre, nunca se le ha podido ocurrir que pueda existir otro modo de ser y de pensar.
Por eso se resigna a asumir el papel que le ha asignado la sociedad: pedir limosna.
Por eso además de ciego es mendigo: vive de las migajas que le ofrecen los demás.
Cada uno de nosotros puede sentirse representado por este personaje simbólico ciego y mendigo… vamos acompañados, por el camino de la vida, de otros muchos que participan de nuestra misma “ceguera”, en la medida en que participamos de los criterios y formas de vida contrarios al evangelio.
Y a veces, estando ciegos, hasta nos atrevemos a convertirnos en guías de otros ciegos.
Jesús le abre los ojos con barro hecho de tierra y de su propia saliva (principio vital para la cultura judía). Lo cual quiere expresar que cuando entramos en contacto con Jesús se produce en nosotros una nueva creación.
Si Jesús abre nuestros ojos podremos ver en medio de la oscuridad de nuestra “noche”.
Y cuando abramos los ojos lo primero que contemplaremos, lo mismo que el ciego del evangelio, será el rostro del mismo Jesús de Nazaret, el hombre nuevo…el primer HOMBRE de la nueva creación.