Inicio > Hermano Carlos > Beatificación > Prensa > El Marabut cristiano

Inicio > Hermano Carlos > Su carisma > El Marabut cristiano

Inicio > Documentos > Vida y carisma del Hno. Carlos >  El Marabut cristiano

Charles de Foucauld, el ”marabut cristiano“

El 15 de noviembre del año pasado,  la Basílica de San Pedro  fue un hervidero de alegría cuando el rostro del ”marabut cristiano“, que significa ”ermitaño cristiano“ según los ”hombres azules“ del desierto del Sahara -los Tuareg -, apareció en un gran tapiz en la ceremonia de beatificación de Charles de Foucauld, un soldado convertido en misionero, nacido en Estrasburgo (Francia) el 15 de Septiembre de 1858 y que dedicó parte de su vida a ayudar al pueblo Tuareg.

Se convirtió en ”hermano universal“ de todo ser humano. En la ceremonia había una gran representación de católicos norteafricanos y muchas personas que han descubierto a Jesucristo gracias a él. ¿Cuál es el secreto de este hombre que sigue reuniéndonos actualmente?  Sencillamente, es el secreto del hombre que aceptó vivir según el Evangelio, en obediencia a Dios, en la fe en Jesucristo y amando a la Humanidad.

Charles quedó huérfano a los 6 años y creció junto a su hermana María y su abuelo. Sobre los 16 años tiene una crisis de fe, conoce la vida fácil en todos los aspectos, se alista en el ejercito, estudia en la academia militar de Saint Cyr y se traslada a Argelia,  que era entonces colonia francesa, como subteniente de caballería en 1881. Malgasta su herencia en una vida desenfrenada, deja el ejército y se convierte por su cuenta en explorador de Marruecos. Es aquí, rodeado de peligros, donde se pregunta si realmente existe Dios: ”Dios mío si existes, haz que te conozca“.

Cuando vuelve a Francia se emociona por la sencilla, discreta y cariñosa acogida de su familia que le hace sentirse como el ”hijo pródigo“ . A partir del reencuentro con su familia y guiado por el padre Huvelin entra en la Trapa y comienza su búsqueda de Dios : ”En el momento en que vi que existía Dios comprendí que no podía vivir nada mas que para Él, no podía hacer otra cosa“. Adora la Eucaristía y sirve a los pobres del pueblo Tuareg, pero, en lugar de hacer los votos perpetuos, deja la orden y se va por su cuenta a Nazaret dónde descubre ”la vida humilde y escondida de Jesús obrero“. Buscando sitios más pobres, vuelve a África como sacerdote para vivir con los Tuareg entre Argelia y Marruecos en la miseria, con extrema pobreza.

Si hay algo paradójico en la vida de Charles de Foucauld es que reforzó su fe en Dios gracias a los musulmanes. Experimentó su hospitalidad y le impactó el ver cómo rezaban: ”El Islam produjo en mí un profundo impacto? Ver esta fe, la fe de estas almas que vivían continuamente en la presencia de Dios, me hizo percibir algo más grande y más auténtico que las ocupaciones mundanas. Me puse a estudiar el Islam y luego la Biblia“

Eligió la soledad para ser eremita en el desierto, solo con Dios, compartiendo la vida con los mas pobres: ”No tengo ni un instante para mí. Las visitas, los pobres, los esclavos no me dejan ni un solo momento. Cada día lo mismo, llegan pobres y enfermos. Interiormente no me reprocho de no tener tiempo suficiente para la oración ni para las cosas puramente espirituales. Percibo en mí el paso de la vida contemplativa a la vida del santo ministerio. Percibo que me dirijo hacia ello por la necesidad de las almas. Cuando nosotros descubrimos nuestra debilidad dejamos de juzgar a los débiles. Cuando sufrimos,  nuestra presencia no molestará a los que sufren sino que será fuente de esperanza  y de fuerza.”

 

Su lucha más dura fue contra la esclavitud: ”No podemos permanecer como perros mudos o pastores indiferentes“. El veía a Jesús en estas personas en situación de esclavitud: ”Lo que hacéis a uno de estos pequeños a mí me lo hacéis“ .

Foucauld tenía un corazón de pastor y la vida de un ermitaño. Y aceptó ir donde no deseaba: ”Vivo el presente, mientras pueda permanecer útil a este país y no tenga quien me sustituya, permaneceré aquí, porque es un lugar que necesita de alguien“.

 

No llegó a convertir a ningún Tuareg ni a fundar una orden religiosa, pero hoy son once las congregaciones religiosas y ocho las asociaciones de laicos que difunden su mensaje. Miles de personas han seguido su espiritualidad en el mundo entero. Kiko Argüello, iniciador del Camino Neocatecumenal, se inspiró en la vida de este santo, cuando abandonó todo y se fue a vivir a las chabolas de Palomeras en Madrid. Lo que le llamó la atención de Charles de Foucauld  fue su manera de vivir y de dar testimonio entre los más pobres.

 

Benedicto XVI afirmó el año pasado en su ceremonia de la beatificación: ”la vida contemplativa y escondida de Charles de Foucauld en Nazaret, donde encontró la humanidad de Jesús, nos invitan a contemplar el misterio de la Encarnación. Allí descubrió que Jesús nos invita al amor y a la fraternidad universal, que él vivió más tarde en el Sahara. Como sacerdote, puso la Eucaristía y el Evangelio en el centro de su vivir“

Murió el 1 de Diciembre de 1916. Un grupo de rebeldes entró de forma violenta al lugar donde él vivía, lo ataron a un poste, mientras se dedicaron a saquear el lugar, y uno de ellos se le acercó y le dio un tiro en la nuca.  Charles de Foucauld llevaba siempre consigo un cuaderno con sus deseos más profundos. En la primera página había escrito: ”Vive como si debieras morir mártir hoy. Cuando todo nos falta sobre la tierra, más encontramos lo que ésta puede darnos la vida: la Cruz. ”

También escribió: “Sea cual fuere el motivo por el que nos matan, si nos llega una muerte injusta y cruel como un don bendito de vuestra mano, si os lo agradecemos como una gracia dulce, una imitación bienaventurada a vuestra muerte, si os la ofrecemos como un sacrificio ofrecido de buena voluntad, si no nos resistimos a obedecer a vuestra palabra, -‘no os resistáis al mal’- según vuestro ejemplo, entonces, sea cual fuere el motivo por el que nos matan, morimos de puro amor, y nuestro amor os será un sacrificio muy agradable, y si no es un martirio en el sentido estricto de la palabra a los ojos de los hombres, lo será a vuestro ojos y será una imagen perfecta de vuestra muerte… porque si no hemos ofrecido, en este caso, nuestra sangre por nuestra fe, la habremos ofrecido, de todo corazón por vuestro amor.”