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Artículo publicado en Autorescatolicos.org

Beato Carlos de Foucauld

Autor: Padre Jesús Martí Ballester

 

 

Soldado, geógrafo, trapense, lingüista y eremita, Carlos, Vizconde de Foucauld, nació en Estrasburgo (Francia) el 15 de septiembre de 1858. A los seis años perdió a sus padres y quedó solo con una hermana al cuidado de su abuelo. Estudió en el colegio de los jesuitas en Nancy y en Paris. Como militar fue destinado como oficial a Argelia, de donde fue despedido por mala conducta. Estudió árabe y hebreo. Emprendió, en 1883, una expedición por el desierto de Marruecos, hizo mapas de los oasis del país y recibió la medalla de oro de la Sociedad Francesa de Geografía. Exploró Argelia y Túnez y regresó a París para trabajar en su libro sobre Marruecos. La vida entre los seguidores del Islam le hizo pensar que aquella gente se toma muy en serio su religión, cuando él, por el contrario, había vivido derrochando dinero y corriendo aventuras. Comenzó a rezar: "Señor, si existes, que yo te conozca". Un amigo lo dirigió al Padre Huvelin. Cuando Carlos explicó que no era creyente, el sacerdote simplemente le dijo que se confesara. Carlos obedeció y salió del confesionario un hombre nuevo. "Tan pronto como creí que había un Dios, comprendí que no podía hacer otra cosa sino vivir para El; mi vocación religiosa nació en el mismo momento que mi fe: ¡Dios es tan grande!"

IMITAR LA VIDA OCULTA DE JESÚS

Para imitar la vida oculta de Jesús en Nazaret, se fue a vivir en el corazón del desierto del Sahara, en Tamanrasset y vivió dedicado a los tuareg. Escribió varios libros sobre ellos, en particular una gramática y un diccionario francés-tuareg, tuareg-francés y quiso fundar la comunidad de los Hermanitos de Jesús, que trabajan por la evangelización de esta tribu del Sahara. Optó por una vida muy sencilla, durmiendo en el suelo y orando diariamente. Peregrinó a Tierra Santa de noviembre de 1888 a febrero de 1889, e hizo Ejercicios espirituales. El 16 de enero de 1890 entró trapense en el monasterio de Notre Dâme-des-Neiges con el nombre Marie-Alberic. Se trasladó al monasterio de Akbes, Siria desde lo enviaron a estudiar a Roma. Pero sólo permaneció allí tres meses. 

ÁFRICA

Su pensamiento estaba con los pueblos del África que no conocían a Cristo. Se fue a pie como peregrino a Tierra Santa y después volvió a Francia para estudiar y ser ordenado sacerdote, lo que sucedió en Viviers el 9 de junio de 1901. Quiso vivir en la región de Oran Sur, cerca de Marruecos, para establecer una orden para evangelizar a Marruecos. En 1902 comenzó a comprar esclavos para liberarlos. En 1904 se dedicó a la evangelización de los Tuaregs, tribu nómada. Tradujo los Evangelios a la lengua tuareg y poesía tuareg al francés. Se estableció en el corazón del desierto del Sahara, en Tamanrasset (Hoggar, Argelia).

FUNDADOR FRUSTRADO

En marzo del 1909 escribió los Estatutos de la Unión de Hermanos y Hermanas del Sagrado Corazón para evangelizar las colonias francesas de África. Escribía a Francia tratando de encontrar seguidores entre lo amigos y asistentes a la academia nueva escolástica que reunía el matrimonio Raïsa y Maritaen sin conseguir ninguna vocación que él atribuía a sus pecados. Su humildad no le permitía intuir que estaba echando raíces. 

Una buena cosecha requiere una buena semilla, buen abono y riego constante. Ocurre con el bambú japonés que sembrada la semilla, abonada, y constantemente regada, no promete nada. Y axial durante siete años. La inexperiencia haría pensar que las semillas eran infértiles. Pero después de siete años, en seis semanas el bambú crece ¡más de 30 metros! Durante siete años y seis semanas de aparente inactividad, el bambú estaba generando un complejo sistema de raíces que le permitirían sostener su crecimiento. Un lento crecimiento es presagio de una larga duración. Queremos encontrar soluciones rápidas y triunfos apresurados, sin entender que el éxito es resultado del crecimiento interno, que requiere tiempo. La maduración del bambú japonés nos recuerda que en su aparente fracaso está sucediendo algo, ¡está creciendo para dentro, está madurando! "Los que confían en el Señor son como el monte de Sión, que no se mueve, sino que permanece para siempre" Salmo 125:1 

FECUNDIDAD

El bambú ya ha crecido. Hoy se cuentan diez congregaciones religiosas y ocho asociaciones de vida espiritual surgidas del testimonio y carisma de Carlos de Foucauld: Las Hermanitas del Sagrado Corazón, las Hermanitas de Jesús, las Hermanitas del Evangelio, las Hermanitas de Nazaret, los Hermanitos de Jesús, los Hermanitos del Evangelio; así como la Fraternidad Jesús Caritas, o la Fraternidad Charles de Foucauld, cuyos miembros viven en pequeñas comunidades que llaman fraternidades, en áreas de pobreza y se mantienen haciendo el mismo trabajo que sus vecinos. 

AFORISMOS DEL BEATO CARLOS DE FOUCAULD

Leonardo Sapienza en el libro «Yo siembro. Otros recogerán» «Io semino, altri raccoglieranno») ha compilado los pensamientos del Beato Carlos: «Adorar la Hostia santa debería ser el centro de la vida de todo hombre». «Cuanto más se ama, mejor se reza». «Cada cristiano tiene que ser apóstol: no es un consejo, sino un mandamiento, el mandamiento de la caridad». «Haré el bien en la medida en la que sea santo». «Cuando se sale diciendo que se va a hacer algo, no se debe regresar sin haberlo hecho». «Cuanto más abrazamos la Cruz, más estrechamos a Jesús que está clavado en ella». «Pregúntate en cada cosa: "¿Qué habría hecho el Señor?", y hazlo. Es tu única regla, la regla absoluta». «La Eucaristía es Dios con nosotros, es Dios en nosotros, es Dios que se da perennemente a nosotros, para amar, adorar, abrazar y poseer». «Si no vivimos del Evangelio, Jesús no vive en nosotros». «La fe es incompatible con el orgullo, con la vanagloria, con el deseo de la estima de los hombres. Para creer, es necesario humillarse». «Jesús sólo se merece ser amado apasionadamente». «Cuando se ama, se imita». «Que nuestra vida sea una continua oración». «No tenemos una pobreza de conveniencia, sino la pobreza de los pobres. La pobreza que, en la vida escondida, no vive de dones ni de limosnas ni de rentas, sino sólo del trabajo manual». «El sacerdote es un ostensorio, su deber es mostrar a Jesús. Él tiene que desaparecer para dejar que sólo se vea a Jesús…». «Santificándonos santificaremos a los demás».


SU ORACIÓN:

Padre mío,
me abandono a Ti.
Haz de mí lo que quieras.

Lo que hagas de mí te lo agradezco,
estoy dispuesto a todo,
lo acepto todo.
Con tal que Tu voluntad se haga en mí
y en todas tus criaturas,
no deseo nada más, Dios mío.

Pongo mi vida en Tus manos.
Te la doy, Dios mío,
con todo el amor de mi corazón,
porque te amo,
y porque para mí amarte es darme,
entregarme en Tus manos sin medida,
con infinita confianza,
porque Tú eres mi Padre. 



EL TESTIMONIO DE LA IGLESIA

Dijo el cardenal Saraiva el 20 de diciembre de 2004 ante Juan Pablo II. «Para imitar la vida oculta de Jesús en Nazaret, se fue a vivir en el corazón del desierto del Sahara, en Tamanrasset» (Hoggar), Y Benedicto XVI dio ayer en su beatificación: Gracias a Dios por el testimonio del padre de Foucauld, que «a través de su vida contemplativa y escondida en Nazaret encontró la verdad de la humanidad de Jesús, invitándonos a contemplar el misterio de la Encarnación». «Descubrió que Jesús, venido para unirse a nosotros en nuestra humanidad, nos invita a la fraternidad universal, que vivió más tarde en el Sahara, al amor del que Cristo nos ha dado ejemplo». «Como sacerdote, puso la Eucaristía y el Evangelio en el centro de su existencia». Los bereberes le llamaban «marabut». Escribió varios libros sobre los tuaregs, una gramática y un diccionario francés-tuareg, tuareg-francés. El 1 de diciembre de 1916, a sus 58 años, Carlos de Foucauld cayó mortalmente herido por un disparo de fusil en medio de una revuelta antifrancesa de los bereberes de Hoggar. Su familia espiritual celebra con alegría la beatificación de este «hermano universal», víctima de los que decían que su bondad producía sentimientos amistosos hacia los franceses.