Ceremonia de declaración de la heroicidad de las virtudes del Servidor de Dios Carlos de Foucauld 

                                                                                 Roma, a 24 de abril de 2001

La ceremonia de esta mañana alrededor del Santo Padre no pudo ser más sencilla. De todas formas fue emocionante escuchar al Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos presentar a Carlos de Foucauld, este Servidor de Dios que quiso hacerse hermano universal, “que llevó a los Tuaregs del Sahara la humildad, la pobreza y la caridad de Jesús”.

Inmediatamente después, el Secretario proclamó que el papa había reconocido la heroicidad de las virtudes de Carlos de Foucauld.

La lectura del Decreto permitirá descubrir o volver a descubrir el camino espiritual de aquel que quiso imitar al Señor Jesús y darle toda su vida, hasta el punto de desear morir mártir si esa era Su voluntad. No sin razón empieza por esta cita:

“Mi Señor Jesús, tú que has dicho: ‘nadie tiene amor más grande que el que da su vida por sus amigos’, yo deseo con todo mi corazón dar mi vida por ti. Te lo pido insistentemente: sin embargo que no se haga mi voluntad, sino la tuya. Te ofrezco mi vida: hazme vivir y morir como te parezca mejor: ¡en ti, por ti y para ti!”

El postulador invita a todos los amigos y discípulos del Padre de Foucauld a dar gracias al Señor por haber permitido que esta ceremonia tenga lugar al comienzo del tiempo pascual, iluminado por la gloria del Señor que ha mostrado hasta qué punto él amaba a sus amigos dando su vida por su salvación. No tengamos miedo de seguir el camino de santidad de Carlos de Foucauld en su imitación del Modelo Único.

                                                                         Padre Maurice Bouvier 

 

 

CONGREGACION PARA LAS CAUSAS DE LOS SANTOS

 

Ghardaia – Sahara

 

BEATIFICACION Y CANONIZACION DEL SIERVO DE DIOS

CHARLES DE FOUCAULD

(Hermanito Carlos de Jesús)

Sacerdote diocesano (1858-1916) 

DECRETO SOBRE LAS VIRTUDES

“Mi Señor Jesús, tú que has dicho:” nadie tiene amor más grande que el que da su vida por sus amigos”, yo deseo con todo mi corazón dar mi vida por ti. Te lo pido insistentemente: sin embargo que no se haga mi voluntad sino la tuya. Te ofrezco mi vida: hazme vivir y morir como te parezca mejor: en ti, por ti y para ti!”

Esta ofrenda de si mismo que hizo el siervo de Dios Carlos de Foucauld se convirtió en una vida vivida en la fe, la esperanza y la caridad hacia Dios y el prójimo, alcanzando una extraordinaria semejanza con el Señor Jesús. Su conversión, a la edad de 28 años, marca profundamente su vida futura: descubrimiento del amor misericordioso del Padre, que se nos ha manifestado en su Hijo, amor de Jesús, que se nos da a nosotros en el Evangelio y la Eucaristía, y lo atrae por amor a querer dar toda su vida a Jesús presente en sus hermanos más pobres. Más tarde él escribirá a un amigo:

“He perdido mi corazón por Jesús de Nazaret, crucificado hace 1900 años, y paso mi vida tratando de imitarlo, tanto como lo puede mi debilidad”. “En el instante mismo que creí que había un Dios, comprendí que no podía hacer de otro modo sino vivir para él: mi vocación religiosa data de la misma hora que mi fe... El Evangelio me mostró ‘que había que encerrar todo en el amor’ ”.

Así es como con toda verdad se ha podido definir al siervo de Dios como” ese hombre que hace de la religión un amor”, cuyo lema será “Jesús Caritas”.

Carlos nace en Estrasburgo en 1858, en una familia muy cristiana. Desde su adolescencia, se deja atraer por el escepticismo religioso y por el positivismo que marcan su época, y pierde la fe. Se sumerge en una vida mundana de placer y desórdenes que lo dejan, sin embargo, insatisfecho. Oficial a los 20 años, es enviado a Argelia. Tres años más tarde, deja el ejército y emprende una exploración científica en Marruecos, arriesgando su vida.

El encuentro con la fe musulmana, la búsqueda interior de la verdad, la bondad y la amistad de su prima, la ayuda del Padre Huvelin le harán redescubrir la fe cristiana a fines de Octubre de 1886. Es la conversión total y definitiva.

En Marzo de 1887. una frase se imprime profundamente en su alma:

“Jesús ha tomado de tal manera el ultimo lugar que nunca nadie se lo ha podido arrebatar”. En esta misma línea, al momento de su peregrinación en Tierra Santa a fines de 1888, se conmueve al comprender todo el realismo de la Encarnación: él escribe que “caminando por las calles de Nazaret, que pisaron los pies de Nuestro Señor, artesano

pobre”, descubrió “la existencia humilde y desconocida del obrero divino de Nazaret” y de ahí en adelante Carlos buscará sin cesar, por amor, seguir las huellas de Jesús, Modelo Unico.

Es para seguir e imitar a este Jesús de Nazaret. que le ha robado el corazón, por lo que entra en la Trapa en 1890. Allí quedará 7 años, vaciando su corazón de todo lo que era demasiado humano a fin de que vibre siempre sólo para Dios y que su Voluntad llegue a ser “lo único necesario (...) el pan cotidiano” de su vida.

Se arraiga en la fe, una fe que él manifiesta también en la docilidad más perfecta y amante a la doctrina de la Iglesia, esposa de Cristo

“Adhesión inviolable a la Iglesia, que es la esposa de Jesús, dentro de la cual El vive verdaderamente, cuya alma es, que El ama como su esposa.. .adhesión a todo lo que viene de ella, sus instituciones, sus ritos, sus ministros - adhesión al Santo Padre, su cabeza, su representante. - .Rezar mucho por el Santo Padre, por sus intenciones, por la Iglesia (...) Amar mucho la Iglesia que Jesús, su Esposo, ama tanto: cuanto más se ama la Iglesia, más se posee al Espíritu Santo”.

Su búsqueda de la Voluntad de Dios y el deseo de vivir una vida pobre como la que había vislumbrado caminando por las calles de Nazaret, le hacen abandonar la Trapa . Va incluso a vivir 4 años en Nazaret, cerca del Monasterio de las Clarisas.

Fue un tiempo de retiro, de oración marcado por una larga y amorosa contemplación de la Eucaristía y por una perseverante meditación de las Escrituras. En la fe, encuentra la alegría de pasar a los pies del Tabernáculo largas horas durante el día y la noche y en su deseo de una imitación más perfecta de Jesús ofreciéndose en sacrificio, va madurando poco a poco en él la decisión de hacerse sacerdote para llevar a Jesús presente en el Santísimo Sacramento, allí donde nunca había estado. Alimentado así a la mesa de la Palabra y de la Eucaristía, será llevado siempre mas lejos según la dinámica del amor, a convertirse en “Evangelio vivo”, para testimoniar del amor de Jesús, dejándose hacer y modelar a imagen de su Bien Amado y Señor en su destino eucarístico. Fascinado por el Misterio del Amor Encarnado, descubre, inseparable del Misterio de la encarnación, la dimensión apostólica de la vida de Nazaret, expresada en el Misterio de la Visitación: como María llevar en silencio Jesús a los demás, llevarlo a aquellos que no lo conocen aún - no con palabras, sino estableciendo en ellos un altar, un tabernáculo que irradie en toda la comarca.

Habiendo dejado Nazaret. recibe en Viviers (Francia) la ordenación sacerdotal en 1901, y se dirige al Sahara. a Beni-Abbés Es acogido en la Iglesia de Argelia por Monseñor Guérin, Prefecto apostólico del Sahara y una amistad profunda se establece entre ellos dos. Al servicio de la misión.

Según un rasgo constante de su vida, se hace un reglamento muy preciso... pero, en su búsqueda de la Voluntad de Dios, permanece esencialmente dispuesto para responder a todos los impulsos del Espíritu, descifrando como signo las circunstancias del momento. De ahí viene su constante capacidad para cambiar un proyecto de vida al parecer firmemente establecido, pues es conducido por OTRO. De tal modo que poco a poco, vemos surgir un nuevo estilo de vida.

Así es como en su deseo de acoger a todos los que llaman a la puerta, transforma rápidamente su ermita en una colmena de la mañana a la noche. Y pronto escribe a su prima: “Quiero acostumbrar a todos los habitantes, cristianos, musulmanes, judíos, a mirarme como a su hermano, el hermano universal. Ellos empiezan a llamar la casa “la fraternidad” y esto me gusta. Acogiendo a los más pobres descubre “la monstruosidad de la esclavitud, de la cual son víctimas muchos habitantes del país. Hace todo lo que puede para denunciar vigorosamente esta injusticia.

“No tenemos derecho a ser centinelas dormidos, perros mudos” (ls.56,l0) pastores indiferentes (Ez.34)... No quiero traicionar a mis hijos, no hacer por Jesús que vive en sus miembros, lo que él necesita. Es Jesús quien se encuentra en esta situación dolorosa:” lo que hacéis a uno de estos pequeños, a mí me lo hacéis”. “Este hombre que pasa y que es pobre, desnudo, viajero, sufriente no nos pide nada, pero es miembro de Jesús, porción de Jesús, parte de Jesús”.

Desde 1903, el Hermano Carlos parte hacia el Hoggar. comarca montañosa en el extremo sur del Sahara, habitada por un pueblo nómada enteramente musulmán, los Tuaregs. En esta nueva etapa, sólo la esperanza en Dios lo ha sostenido y ayudado a superar las dificultades de una vida vivida completamente solo en pleno desierto, en medio de una población musulmana al principio desconfiada, en una gran pobreza e inseguridad durante períodos muy difíciles. En sus contactos con Monseñor Guérin, él saca también la fuerza de esperar que todo hombre puede ser salvado y que el mundo del Islam puede abrirse al mensaje de Jesús.

En lo sucesivo, una gran parte de su vida será la de un nómada recorriendo el desierto, esas caminatas le brindan la posibilidad de entrar en contacto sencillo con la gente del país. Pues él va al desierto no para buscar la soledad, sino para ir, pequeño y abordable, hacia aquellos a los que nadie iría. Con este espíritu opta por instalarse en la aldea de Tamanrasset, donde no hay ninguna presencia francesa, y donde construye, en 1911, una ermita en la meseta montañosa de Assekrem.

El trata, siempre a la luz de la vida de Jesús de Nazaret, de hacerse sencillamente el amigo y el hermano de los Tuaregs, en las vicisitudes y las necesidades de la vida.

Había enfocado su presencia como una preparación al anuncio del Evangelio; constata que no es aún ni siquiera el tiempo de sembrar, sino de preparar el terreno de muy lejos. Aprende la lengua de los Tuaregs, se inicia en su cultura, descubriendo cada vez más que para llevar el Evangelio, hay que amar verdaderamente, luego conocer aquellos a los que uno es enviado ésta es la razón profunda de su enorme, paciente y erudito trabajo de lingüista.

Pues él descubre cada vez más que su apostolado debe ser el de la bondad: “ Viéndome, deben decirse: “Ya que este hombre es tan bueno, su religión debe ser buena. Y si me preguntan porque soy manso y bueno, debo decir: porque soy el siervo de Alguien que es más bueno que yo”.

Desde la Trapa, no ha dejado de cultivar la idea de tener hermanos y hermanas que imitarían a Jesús en su vida oculta de Nazaret (hermanitos y hermanitas de Jesús).

Frente a una tarea tan inmensa, presiente la importancia de los laicos en la evangelización - nuevos Priscila y Aquila... (Rom. 16,3-5). Así es como él define su espíritu: “Todo cristiano debe ser apóstol (...) Sobre todo ver en todo ser humano a un hermano, un hijo de Dios. Todo cristiano debe mirar a cada ser humano como a un hermano muy querido.., tiene hacia todos los seres humanos los sentimientos del Corazón de Jesús”.

En 1914, al estallar la guerra entre Francia y Alemania, decide, no sin desgarramiento, pues su sentido patriótico lo empujaría a partir a Francia, quedarse en Tamanrasset, comprometiendo hasta el final su suerte con aquéllos que lo han acogido.

Sin embargo, bajo la influencia creciente de la cofradía musulmana de los Senusitas, ataques esporádicos se multiplican en el Hoggar. Al atardecer del 1 de Diciembre de 1916, los Tuaregs se apoderan de él, en un ataque inesperado. En el saqueo de la ermita, el Hno. Carlos es muerto accidentalmente a causa del descontrol del joven encargado de custodiarlo:

“Cualquiera que sea el motivo por el cual se nos mata, si nosotros, en el alma, recibimos la muerte injusta y cruel como un don bendito de tu mano... si nosotros para obedecer a tu palabra, no resistimos: “no resistan al mal”(Mt. 5.39) y ... entonces, cualquiera, que sea el motivo que se tiene para matarnos, moriremos en el puro amor.. .y sino se es un mártir en el sentido estricto de la palabra y a los ojos de los hombres, lo será a tus ojos y será una imagen muy perfecta de tu muerte., pues si nosotros en este caso no hemos ofrecido nuestra sangre por nuestra fe, la habremos, con todo nuestro corazón, ofrecido y entregado por tu amor...”

Ofreciendo su vida, el Hermano Carlos ha seguido verdaderamente a Jesús, amando como él hasta el fin (Juan 13,l).Cuatro meses antes de su muerte, él confiaba a un amigo el secreto de su caridad hacia todos los hombres, sobre todo los pobres:

“Yo creo que no hay palabra del Evangelio que me haya impresionado tanto y transformado más mi vida que ésta: Todo lo que hacéis a uno de estos pequeños, a mi me lo hacéis”. Si pensamos que esas palabras son de la Verdad increada, de aquel que dijo: “éste es mi cuerpo ésta es mí sangre ...” con qué fuerza estaremos buscando y amando a Jesús en esos pequeños, en los pecadores, los pobres.

Después de la muerte del Siervo de Dios, la fama de su santidad, que resplandeció en él durante su vida, fue confirmada y reconocida por todas las partes del mundo y muchos hombres y mujeres empezaron a seguir su ejemplo y su enseñanza, fundando diferentes congregaciones religiosas y asociaciones piadosas. De este modo se cumplía una vez más la palabra del Señor que dice: “Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto”.(Juan 12,24)

La Causa de Beatificación y de Canonización fue introducida en la Prefectura Apostólica de Ghardaia en el Sahara para la celebración del Proceso Informativo Ordinario (en los años 1927-1947) al cual se agregaron 12 Procesos Rogatorios, llevados en otras tantas Curias.

La autoridad y valor de estas encuestas canónicas han sido reconocidas por el Decreto promulgado el 21 de Junio de 1991, por la Congregación para las Causas de los Santos. Después de haber redactado la Positio, se ha discutido según las normas, para establecer si el siervo de Dios, ha practicado las virtudes de manera heroica. La reunión de los teólogos Consultores tuvo lugar el 20 de Octubre del año 2000, con resultado favorable.  

Seguidamente, los Padres Cardenales y Obispos, en el curso de la Sesión Ordinaria del 6 de Febrero del 2001, después de haber oído el informe de su Excelencia Monseñor Laurent Chiarinelli, Obispo de Viterbo y encargado de la Causa, han reconocido oficialmente que el sacerdote Carlos de Foucauld practicó las virtudes teologales, cardinales y las demás de manera heroica. Finalmente, el Cardenal Prefecto infrascrito, habiendo informado todo esto con solicitud al Soberano Pontífice Juan Pablo II Su Santidad, acogiendo y ratificando los deseos de la Congregación para las Causas de los Santos, ha ordenado redactar el decreto sobre la heroicidad de las virtudes del Siervo de Dios.

Todo esto habiendo sido hecho según las normas. habiendo convocado en este día el Cardenal Prefecto infrascrito, el Responsable de la Causa, y yo mismo infrascrito, Obispo Secretario de la Congregación y las otras personas previstas en semejantes circunstancias, en su presencia el Santo Padre, ha declarado solemnemente que; “queda establecido que el Siervo de Dios Carlos de Foucauld (Hermanito Carlos de Jesús), sacerdote diocesano, practicó en grado heroico las virtudes teologales de Fe, Esperanza y Caridad tanto hacia Dios como hacia el prójimo, así como también las virtudes cardinales de Prudencia, Justicia, Templanza y Fortaleza y las otras que les están ligadas según lo que se pide en este caso.

El Soberano Pontífice ha ordenado hacer público este decreto y consignarlo en las actas de la Congregación para las Causas de los Santos.

Dado en Roma