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Padre mío

Me abandono a Ti.

Haz de mí lo que quieras.

Lo que hagas de mí

te lo agradezco.

Estoy dispuesto a todo,

Lo acepto todo,

Con tal que tu voluntad

se haga en mí

Y en todas tus criaturas.

No deseo nada más, Dios mío.

Pongo mi vida en tus manos.

Te la doy, Dios mío,

Con todo el amor

de mi corazón.

Porque te amo

Y porque para mí

amarte es darme, 

Entregarme en tus manos

sin medida,

Con una infinita confianza, 

Porque tu eres mi Padre.

 

(Carlos de Foucauld)

 

ORACIÓN DEL ABANDONO

Lo que conocemos como la "oración del abandono" no fue una oración que Carlos de Foucauld escribiera para ser rezada por posibles compañeros o por él. Fue más bien un extracto "de meditaciones sobre el Evangelio" en relación a las "virtudes cardinales". Estos textos fueron escritos por Carlos de Foucauld en 1896, en su último período con los trapenses en Akbés.

Es una oración que el hermano Carlos pone en boca de Jesús y que en verdad sólo puede ser rezada por Jesús. Para cada uno de nosotros sería una exigencia demasiado grande.

Si la recitamos en el seno de la familia espiritual es:

a) porque somos conscientes que no podemos rezarla solos sino junto a Jesús

b) para avanzar un poco más en el espíritu de abandono con la ayuda de Jesús y unirnos a Él en su abandono confiado al Padre.

Esta oración invita a unirnos a Jesús. Quiere dirigir nuestra vida ante Dios y los hombres en la dirección hacia la que avanzó Jesús y anima a un abandono en la confianza al Padre.

Marianne Bonzelet

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